Modo noche

Cumarina o «muerte por canela»

Apuesto a que, si has llegado hasta aquí, no seré yo quien te descubra las excelsas bondades de la canela. Aparte de ese aroma embriagador capaz de vestir de gala cualquier vianda sencillita, se le atribuyen una retahíla infinita de propiedades poco menos que portentosas, pero… no es oro todo lo que reluce. 

Y no, no soy una loca fanática anti-canela. De hecho, la adoro, aunque lo cierto es que el prospecto de esta exquisita especia tiene una considerable «letra pequeña» que conviene conocer.

Primero, concedamos la palabra al abogado de la defensa.

La canela y sus virtudes (la letra grande)

La aromática corteza del canelo fue, junto a la pimienta y el cardamomo, uno de los tesoros que promovieron el nacimiento de la famosa ruta de las especias, hace ya casi 5.000 años. En el antiguo Egipto, la preciada canela se utilizaba para embalsamar. Griegos y romanos clásicos recurrían a ella para mejorar su digestión. Y tanto la medicina tradicional china como el ayurveda indio llevan usándola durante milenios como tratamiento para mejorar una plétora de condiciones, especialmente digestivas y respiratorias.

Y no es para menos. Además de ser antioxidante, antiinflamatoria, antidiabética, anticancerosa y promotora de la salud cardiovascular en general, también se ha demostrado un contundente adyuvante en la lucha contra algunos trastornos neurológicos, como el alzhéimerAunque entiendo que, leído así de carrerilla, pueda despertar suspicacias, todas esas cualidades podrían reducirse a una (profusamente evidenciada por la ciencia contemporánea): la habilidad de la canela para regular los niveles de glucosa en sangre y mejorar la resistencia a la insulina (la caja de Pandora de las enfermedades crónicas no transmisibles).

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Gracias a su contenido en proantocianidinas (unos polifenoles que inhiben la digestión enzimática de los azúcares), la canela reduce su absorción y, consecuentemente, los niveles de glucosa en sangre. Teniendo en cuenta que las enfermedades crónicas a menudo tienen su origen en un bucle en el que la resistencia a la insulina, la inflamación sistémica y el estrés oxidativo se retroalimentan mutuamente, no sorprende que la acción hipoglucemiante de la canela pueda activar una suerte de dominó bienhechor que termine por reducir nuestro riesgo de padecer dichas enfermedades crónicas (léase: cáncer, patología cardiovascular, diabetes tipo 2 y alzhéimer, ya rebautizado como diabetes tipo 3).

Y la ciencia (no la tradición ayurvédica, ni el Wu Xing chino, ni el señor de «la botica de la abuela», sino la investigación biomédica más puntera) ha registrado mejorías notables en personas sanas, prediabéticas y diabéticas, con consumos de un gramo de canela al día (apenas una puntica de cucharadita).

Ahora, convencidos como estaremos de lo recomendable de incluir esta portentosa especia en nuestra dieta habitual, antes de emitir un veredicto (o de correr a comprarla), concedamos la palabra al fiscal. 

Canela, canela y cumarina (la letra pequeña)

La cumarina es un anticoagulante naturalmente presente en algunos representantes del mundo vegetal, como el haba de tonka (de cuya voz francesa, coumarou, deriva su nombre). Y tiene la particularidad de ser hepatotóxico (o que espachurra el hígado) y potencialmente letal. Y resulta que la canela la contiene «a puñaos». De hecho, en Dinamarca se lió parda cuando la Unión Europea estableció un límite diario admisible de 0,1 mg de cumarina/kg peso/día (básicamente porque automáticamente etiquetó sus famosos bollitos de canela como hepatotóxicos).

No toda la canela es canela (sí, pero no)

La canela que podemos comprar en el supermercado (y con la que los panaderos daneses untan sus bollitos) es de la variedad cassia (Cinnamomum cassia) y proviene generalmente de China, Indochina y Sri Lanka. Resulta deliciosa y más que deseable como complemento para guisos y postres, pero de manera ocasional. Y es que la cassia puede contener hasta un 1% de cumarina, así que con apenas media cucharadita de canela en polvo nos metemos entre pecho y espalda más del triple del máximo diario recomendado para un adulto de 60Kg.

Entonces… ¿qué hay que hacer? ¿Tomamos un gramo diario de canela para mejorar nuestra glucemia pero a cambio de cargarnos el hígado? Pues sí, pero no.

Y uno de mis vicios favoritos, confieso... son las "no-patatas" de calabaza con canela

Canela verdadera o canela de Ceylán

La canela verdadera (Cinnamomum verum) o canela de Ceylán es una variedad más dulzona y sin el regusto astringente de la cassia. No la encontrarás en la mayoría de supermercados, ni en los bollitos daneses, pero sí en tiendas especializadas y en el superpoderoso Amazon. Aunque es un pelín más cara, aporta todos los beneficios de la canela, sin incluir el daño hepático en el pack. Y es que la canela cassia contiene 63 veces más cumarina que la canela de Ceylán. 

Así que sí, regodéate en la exquisita y portentosa canela para contribuir a mantener bien cerrada la caja de Pandora, ¡pero que sea de la verdadera!

¿Te pica la curiosidad por los últimos avances en nutrigenética?

Por fin, después de mucho batallar (y más años de los que quiero admitir disimulando cuando alguien me preguntaba sobre la aplicabilidad práctica real de los análisis nutrigenéticos), he conseguido traer a España MyNutriGenes, el «fórmula 1» de los análisis genéticos adaptados a la nutrición.

No puedo prometer que te cambien la vida, pero sí que saciarán tu curiosidad y sed de conocimiento acerca de la disciplina que está llamada a ser la piedra angular de la salud y el bienestar del futuro.

11 Comentarios

  1. juan manuel

    cada día te sale mejor….

  2. Magda

    Me encanta la canela con leche, yogur, estofado… con todo le da el toque de gracia! Pero vigilaré que sea la buena!

  3. Mª CARMEN

    A mi también me gusta la canela. Hoy me han traído canela, unas que se han ido a Madrid a la feria de Japan Weekend y se lo han pasado pipa

    1. Inesuka

      ¡Bien por ellas! Si es que las hay que saben muuucho!!! ?

  4. Karina

    Jajaja, deliciosa!!!

  5. Sebastian Martinez

    Muy interesante el articulo. Me encanta

  6. Verónica

    El problema es que últimamente hay mucha estafa con este tema. Muchas marcas siguen vendiendo «canela de ceylan» o eso es lo que pone el formato pero lo que recibes es canela de cassia. Ya no se salva ninguna… Asíque cuando hagáis un pedido no os fiéis de lo que pone en el paquete lo que vais a recibir es un polvo que nada tiene que ver con canela de ceylan.

  7. Fernando

    Hola y muchas gracias por tu aporte sobre la cumarina» que no conocía. Yo me tomo todos los días una infusión de canela y miel,
    La canela es ceylan de madascar
    Siempre en rama y no en polvo
    Ahora quería preguntarte.
    Yo la pongo en agua fría, espero a que hierva y la dejo con fuego flojo 4 minutos. Después apago y la dejo un poco más.
    Es correcta la forma de hacerlo?
    Gracias un saludo

    1. Inesuka

      Hola Fernando, ¡bienvenido!!

      Pues ante tu pregunta, me surge una pequeña duda 🙂 ¿Entiendo que la tomas porque ayuda a regular la glucemia/es antidiabética? Porque el cinamaldehído, que es el principio activo que nos interesa, es soluble en agua (así que esa infusión extraerá buena parte del que contengan las ramitas que uses) – y si es canela Ceylán, la concentración de cumarina será baja. Es difícil precisar más sin un laboratorio de química en casa 😀
      Lo que me inquieta un poquito es que le añadas miel, que es básicamente sacarosa, igual que el azúcar común. Si estás sano y en tu peso, no tengo mucho que objetar a tomarlo de vez en cuando, ¡que seguro que queda riquísimo! Pero si anduvieras ya preocupado por tu sensibilidad insulínica, los líquidos azucarados no serían muy recomendables (¡y menos cada día!)
      ¡Mi humilde opinión solo!
      Un abrazo,
      Inés

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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