Modo noche

El keto carnívoro, una vuelta de tuerca más

¿Sigues mirándote con recelo esa tozuda barriguilla que se resiste a desaparecer a pesar de todo el ejercicio, el ayuno intermitente y tu ya veterana vida cetogénica? ¿O tal vez continúas soportando molestias digestivas, enfermedades autoinmunes o fatigas y desalientos varios, que se supone deberían haber remitido con ese keto presuntamente «limpio», alto en fibra y tan verde como aquel mítico perro más raro camuflándose en el verde verdor de los «verdérrimos» prados de la Isla Esmeralda? ¿Sientes que te hinchas y vas a propulsión durante horas después de desoír estoicamente el tentador canto de sirena de una paella al estilo tradicional y currarte un laborioso apaño keto con «colirroz», la mítica coliflor a cachititos?

¿Has superado ya las semanas de keto-flu y de adaptación a la quema de grasa, ya que atesoras en tu haber varios meses de firme renuncia al azúcar, al pan, la pasta, el arroz, el maíz, las patatas, los batidos, el muesli, las barritas de cereales, las galletas, los plátanos y la cerveza, léase: de rigurosa lealtad a una dieta cetogénica supuestamente bien formulada, repleta de ensaladas de rúcula con pepino, aguacate, col lombarda, apio, achicoria, escarola y endivias (cuyo singular amargor causará fulgor entre sus acólitos, pero a ti no acaba de fascinarte), por no hablar de las toneladas de acelgas, champiñones, espárragos, coles (de Bruselas o nacionales), alcachofas, calabacines, espinacas, floretas de brócolis y romanescos diversos, que ya te salen por las orejas, pero… no consigues balancearte despreocupadamente en aquel proverbial arcoíris prometido de la claridad mental o de la pérdida de peso indolora, rápida y fácil, ni acabas de visualizar tampoco los mil y un efectos colaterales portentosos que te habían vendido sus fervorosos gurús (como esa risueña alegría inquebrantable, la energía casi infinita, la piel impoluta o el tipazo de ensueño con el mítico trasero rompenueces)?

¿Tienes ya superado el pavor a la grasa o al colesterol, porque sí sientes que la dieta baja en carbohidratos ha mejorado sustancialmente tu salud, estado anímico y rendimiento, por lo que no te planteas siquiera volver a la montaña rusa en la que te sumía la quema de glucosa, ni tampoco regresar a ese trigo azucarado bañado en aceites vegetales que promueven la glicación, la oxidación y la resistencia a la insulina, mientras te envejecen prematura y sibilinamente, pero en el fondo no acabas de compartir esa impetuosa pasión cetogénica tan ardiente y extendida, la que te convenció para aparcar tus recelos y darle una oportunidad?

¿No has experimentado aún la chispa que enciende ese recio fervor que tan vehementemente proclamamos los fieles defensores a ultranza del keto, ese bienestar ensordecedor que nos convierte en poco menos que entusiastas fanáticos un poquito obsesionados y ciertamente monotemáticos… y no sabes si es que las alabanzas que te cantamos pecan de ser un pelín exageradas, por lo que quizás deberías replantearte reducir tus expectativas y bajarte del guindo antes de que te caigas, o si, tal vez, el «problema» eres tú, que no naciste para refocilarte en esa mágica plenitud existencial cetogénica o no lo estás intentando lo suficiente o lo suficientemente «bien»?

¿Sí? Pues tengo algo que decirte. Ahí va.

 

Y cuando el colegio de nutricionistas me amoneste por renegar de los sagrados principios de la dietética que lleva abanderando 40 años (sin ahondar mucho en esa evidencia científica que supuestamente los respalda), los mismos que nos han llevado de la manita hacia la actual epidemia de diabetes y obesidad, pediré asilo político al colegio de psicólogos, que comprenden la efímera volatilidad de las teorías científicas y la colosal influencia que ejerce sobre nuestras opiniones y espíritu crítico el pensamiento de grupo, que dificulta enormemente que un individuo solo se aventure a levantar la mano para discrepar dentro de un grupo al que pertenece (o querría pertenecer)… y también engendraron aquel imperdible:

«Sé quién eres y di lo que sientes, porque aquellos que se molestan no importan y los que importan no se molestarán.»

 (Fritz Perls, psicólogo humanista)

¡Aúpa keto… y aúpa el colegio de psicólogos!

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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