Ayer me acordé de Harry Potter y su poción «Felix Felicis», aquella que hace que todo le salga bien a quien la toma. Y pensé en lo bien que me vendrían unas gotitas hoy… porque hoy TENÍA que salir todo bien. Hoy sí. Hoy NECESITABA buena suerte.
Así que me propuse conjurar una poción de la suerte que pudiera colar de contrabando en el hospital con facilidad (ya sabéis qué opino de la comida que «acometen» allí), aprovechando las bondades «pro-sistema-inmune» de mi piedra filosofal particular, la cúrcuma.
Y de ahí que haya bautizado estas deliciosas magdalenas especiadas con el alias de la mágica «suerte líquida» que toma el célebre mago. No osaría concederles el mérito de que todo haya salido bien, pero desde luego han sido un desayuno infinitamente más nutritivo para su destinataria que el que le han ofrecido en el susodicho hospital. Así que, para mí, se han ganado el apodo 😊.
Si también queréis colar unas pocas para que un afortunado ser querido no tenga que desayunar tostaditas y bollitos industriales (o usarlas como arma secreta antes de presentaros al examen de conducir por séptima vez), calculad que, para 4 o 6 magdalenas mágicas (según el tamaño de vuestro molde), necesitaréis:
- un puñado de frambuesas
- una cucharadita de cúrcuma en polvo
- una cucharadita de jengibre (para añadir aún más sabor, fitoquímicos y poder a la magia)
- 2 huevos (claras a punto de nieve para mayor esponjosidad)
- 5-6 cucharadas de harina de almendra (según el tamaño de los huevos, debe quedar una masa esponjosa con la textura de una mayonesa espesa)
- 1-2 cucharada de harina de coco (si no tenéis, que sea otra generosa de almendra, quedarán pelín más densas pero mágicas igual)
- edulcorante al gusto
- 6 cucharadas de leche de coco (como un tercio de lata)
- una cucharadita de impulsor químico
- picadillo de almendra para decorar (o no)
Y solo hay que mezclarlo todo, batirlo enérgicamente un ratillo y a los moldes con ello (si optáis por las claras a punto de nieve, añadidlas al final con movimientos envolventes y mucho cariño). Repartid las frambuesas una vez hayáis llenado los moldecitos (con sus correspondientes capsulillas/papelinas para magdalena) hasta la mitad/tres cuartos (que en el horno la masa sube y no querréis que se os desparrame ni un gramo de magia).
Y en apenas 15 minutos estarán listas para ser convenientemente coladas en el hospital… o consumidas para conjurar a la escurridiza buena suerte.
