Sí, ya sé que falta un mes, pero no veo el momento de que llegue la Navidad. Me pirro por sacar todo mi arsenal de guirnaldas, serpentinas y espantasuegras, abrir una botella de cava y darle una sonora despedida a esta chaladura de año.
Porque… vale que serán unas fiestas rarunas, pero el 2020 no saldrá vivo de ellas 😁
Y para apaciguar mi impaciencia por tan deseado acontecimiento, he decidido inaugurar mi propio calendario de adviento comestible con una versión «descoquizada», «calabacineada» y «arandanizada» de mi amado turrón de coco low carb.
Y he quedado extasiada. No tanto como auguro que daré la bienvenida al tan ansiado 2021, pero casi.
Y (para una barra de turrón que cubría la base de un molde tipo cake) apenas he necesitado:
- medio calabacín cocido y triturado
- de 150 a 200g de almendra molida (según os guste más mazacote o más bizcocho, el tamaño de los huevos y el calabacín… tampoco os estreséis mucho: quedará más o menos denso según cuánta almendra echéis, ¡pero exquisito igual!)
- 2 huevos
- ralladura de limón (llamadme repetitiva, pero el «no-mazapán» de calabacín me pirra con limón, y el de calabaza, con canela)
- pelín de sal (para levantar el sabor del calabacín, que pelín sosete sí que es)
- edulcorante al gusto
- pistachos crudos pelados y arándanos a discreción (incluso congelados quedan estupendos)
Y ha sido tan fácil como encender el horno a 180ºC, mezclar los ingredientes del «no-mazapán» y añadir los pistachos/arándanos antes de verter la densa masa en el molde de rigor.
Después de unos 30 o 35 minutos de cocción, la superficie se veía dorada y toda la cocina olía a mermelada de arándanos. El viejo pero infalible truco del palillo que sale seco me ha chivado que ya estaba cocido, lo he liberado de su encierro y lo he dejado templar antes de desmoldarlo.
Lo he colocado sobre una pizarra rodeada de adornos navideños y me he dispuesto a dejarme llevar por la ilusión.
Y por un momento he sido inmensamente feliz. Solo me he arrepentido de no haber sido más generosa con los pistachos 😅