Modo noche

«Pear-pear-pie» o tarta «pera-pera» con crema (y pera)

He aquí mi tentadora tarta homenaje a Pere, el cimentador de sueños. Es un pelín pecaminosa, pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho… igualico que él. De veras. No recuerdo otro postre de frutas que haya despertado mi amor por el dulce con tanta intensidad. Y el olor embriagador que impregna la cocina… eriza hasta las peras.

En serio. Queda bru-tal. Sin más. Sí que conviene repartirla entre varios páncreas (o días, que congelada queda estupenda) y no hacerla demasiado a menudo, porque el dulzor natural de la pera hace que su aporte en carbohidratos suba un poquito, pero es infinitamente más bondadosa que las tartas de pera tradicionales con trigo y azúcar, así que mi conciencia está tranquila. Eso sí, cuando la hagas… disponte a tocar el cielo, porque queda sublime, lo que no sorprende porque es una base de galleta de almendra cubierta con crema pastelera, gajitos de pera y una cobertura de pera dulzona adicional. Y aunque suene a algo largo y trabajoso, la verdad es que apenas me ha llevado una hora de principio a fin. Y ha valido tanto la pena, que lo volvería a hacer una y otra vez… pero no me dejo 😅

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El pequeño gran mini-Pere custodiando a nuestro retoño platónico, el mini-monstruo de las galletas 🤗

 

Para la galleta de la base (que mide 24cm de diámetro), me he limitado a mezclar:

  • 2 claras de huevo,
  • 60g de mantequilla blandita,
  • unos 100-120g de almendra molida (dependerá del tamaño y humedad de las claras),
  • un chorrillo de esencia de vainilla (como esta, que no lleva cosas raras) y
  • un pelín de edulcorante,

a hacer una bola (debe adquirir la textura de la sempiterna plastilina) y a meterla en la nevera envuelta en papel film. Mientras la galleta cogía consistencia, he apañado una crema pastelera suave, poniendo en una cazuelilla al baño maría:

  • las dos yemas sobrantes y una extra,
  • 200ml de nata fresca (sí, crème fraîche),
  • otro chorrillo de esencia de vainilla y
  • un pelín de edulcorante,

y removiéndolo todo unos minutos, hasta que ha espesado. Y la he dejado templar por ahí, mientras recuperaba la bola de futura galleta de la nevera.

La he volcado sobre un papel de horno (manteniendo el papel film siempre encima para que no se pegue o es imposible de manipular) y le he dado forma de placa con el rodillo. Buscamos un círculo un par de dedos más grande que el molde que vayamos a usar. Si hace calor, yo recomiendo dejar la placa preparada en la nevera (entre sus papeles film y de hornear) unos minutos más, para que esté más firme al colocarla. Y ya estaremos listos para ponerla (dejando el papel de horno debajo, entre la placa y el molde) cubriendo la base, retirar el papel film de la parte superior y verter la crema pastelera ya templada por encima. Ve encendiendo el horno a 180º.

Llegó el feliz momento de coger una de las dos peras, cortarla a gajitos y colocarlos sobre la crema. Yo he dejado la piel y descabezado la segunda pera para colocarla en el centro, pero estas manías estéticas no afectarán para nada al resultado final. Una vez colocada la pera, toca meter la tarta en el horno. Y ya estará apañada la primera pera de la tarta «pera-pera».

Cuando se haya cocido un poquito (calcula unos 15 o 20 minutos, cuando los bordes empiecen a dorarse), se puede colocar la cobertura que conformará la segunda pera de la tarta. Sin ella queda buenísima igual, pero con ella… roza lo indecible. Y es súper sencilla de hacer.

Solo hay que triturar los cachos de pera sobrantes (en esta tarta de hoy han caído 3/4 de pera tranquilamente, lo que quedaba de la descabezada que ha coronado el centro) con un chorrillo de zumo de limón (en esta hay medio limón, pero dependerá de cuánto te guste el susodicho limón) y mezclarlo con un par de nueces de mantequilla fundida. Prueba a ver si prefieres echarle un pelín de edulcorante que calme la acidez (a mí me chifla así tal cual).

Abre el horno sin muchos miramientos (que en esta tarta no hay nada que levar y no sufre 😅), distribuye la mezcla de pera, limón y mantequilla por encima y vuelve a meterla en el horno. Ahora sí. Solo queda esperar a que se acabe de cocer, mejor en la parte medio baja del horno para que los bordes no queden demasiado doraditos. A mí me ha tardado unos 20 minutos más, pero te aseguro que el olor te guiará. Llegará un momento en el que no importará cuán estoicos seamos, ni cuánta fuerza de voluntad tengamos… no podremos seguir ignorando su aromático canto de sirena y la sacaremos. Y estará brutal. 

Eso sí, déjala templar antes de desmoldarla o se romperá. Aunque caliente y rota sigue estando igual de sublime… y nos permite atesorar la poca paciencia que nos queda para otros menesteres 😁

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2 Comentarios

  1. Valentina

    una pregunta, cuánto le pones de edulcorante? gracias!

    1. Inesuka

      ¡Hola Valentina! Pues depende de quién se lo vaya a comer 🙂 Para mí, sin edulcorante queda lo suficientemente dulce, pero si vienen invitados poco acostumbrados al chocolate 100% le pongo al menos una cucharada de eritritol o xilitol a la masa y otra a la crema!

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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