Modo noche

Colesterolfobia (el miedo al colesterol)

Hoy quisiera reivindicar la innegable imaginación que dio origen a la actual fobia al incomprendido colesterol… y con ella a las recomendaciones nutricionales obsoletas (y probadamente infructíferas) que aconsejan mantenerlo a raya para reducir el riesgo cardiovascular. 

Igual que en el rocambolesco cuento de las tambaleantes pirámides alimentarias, también quisiera exponer dos portadas de la revista Time, que una imagen vale más de mil palabras. La primera, publicada en 1984, cuando la hipótesis de que comer grasa y colesterol obstruía las arterias nos convenció de que nuestro objetivo en la vida debía ser evitar a toda costa la mantequilla y la yema de huevo. Y la segunda, de 15 años después, en la que ya se redimía al colesterol de sus pecados y se instaba a tirar la margarina (bien lejos a poder ser) y a recuperar el amor por la tortilla.

Y sí, hace ya 20 años de esa última portada. Y yo me pregunto cuándo vamos a reconocer, especialmente aquellos que viven de dar consejos nutricionales o recetan medicamentos para bajar los niveles de colesterol, que ni la grasa ni el colesterol provocan ataques al corazón…

 

Portadas de la revista Time de marzo de 1984 y de julio de 1999 (Imagen cortesía de Time Magazine)

 

y que los niveles bajos de colesterol en sangre NO ayudan en absoluto a reducir nuestro riesgo cardiovascular, sino todo lo contrario. Y lo sabemos desde hace más de cincuenta años.

Cada vez son más los expertos que alzan la voz sulfurados para deshacer el enorme entuerto que (ya en 1985) el Dr. George Mann, eminente médico y bioquímico, describió como el mayor engaño científico de nuestros tiempos.

Ahora la primera pregunta es: si los niveles altos de colesterol en sangre NO nos condenan a un mayor riesgo cardiovascular (que NO: oíd el audio de abajo, que resume el célebre Estudio de los Siete Países, cuyas referencias están aquí) y mantenerlos bajos no nos ayuda en absoluto a procurarnos un futuro lo más longevo y saludable posible, ¿por qué nos gastamos millonadas en galletas y yogures supuestamente saludables porque “nos ayudan a controlar el colesterol” y nos medicamos para reducirlo activamente?

La respuesta corta es «porque es mucho más fácil y lucrativo que reconocer el error y porque las intervenciones que realmente funcionan para prevenir los ataques al corazón no se pueden vender».

Y la respuesta larga la encontraréis en la bibliografía recomendada de abajo (si os defendéis con el inglés, recomiendo especialmente The Great Cholesterol Con, que se traduce por La Gran Estafa del Colesterol, escrito por el Dr. Malcolm Kendrick, que además os arrancará más de una y dos carcajadas), que escudriñan cada estudio y ruta metabólica para llegar a una única conclusión: 

la grasa no provoca ataques al corazón y reducir el colesterol en sangre no es en absoluto la solución.

Y la segunda pregunta, inevitablemente, es:

si no son ni la grasa ni el colesterol lo que nos obstruye las arterias y nos condena a morir gordos de un ataque al corazón, ¿qué es?

Pues no lo sabemos, aunque todo apunta a lo de siempre. El estrés, no dormir, el tabaco, los metales pesados, los aceites de semillas oxidados, el azúcar… y en general toda la comida inflamatoria que provoca altos niveles de azúcar en sangre (léase: los alimentos ultraprocesados y los carbohidratos de rápida absorción, como los dulces y los farináceos), así como la inflamación causada por infecciones recurrentes, la exposición a tóxicos o cualquiera de los factores anteriores, que dañan el epitelio arterial, lo que despierta una cascada inflamatoria (o de intento de curación), lo que a su vez promueve la formación de trombos, que acaban por depositarse sobre el epitelio dañado, por lo que este se ve obligado a regenerarse por encima… lo que acaba por taponar las arterias. El colesterol es necesario para formar las membranas de todas las células que conforman nuestros queridos cuerpos, las conexiones entre neuronas, las hormonas esteroideas, que incluyen las hormonas sexuales y el cortisol, además de ser la molécula precursora de la vitamina D y de la bilis, la sustancia que nos permite digerir las  grasas.

El mal llamado «colesterol malo» solo acude a las arterias obstruidas para ayudar, para intentar reparar el tejido dañado, en su calidad de componente celular. Vamos, que la enfermedad cardiovascular no es en absoluto consecuencia de niveles elevados de colesterol que se acumulan en las arterias, sino una condición inflamatoria con una plétora de posibles causas.

Así que gastarnos el dinero en yogures, galletas o suplementos y medicarnos activamente para reducir el colesterol es un completo sinsentido. Es como ponerle palos en las ruedas al camión de los bomberos. Tanto las estatinas, como el famoso arroz rojo, lo que hacen es impedir que el hígado sintetice todo el colesterol que querría.

Con todo mi cariño, no creo que nosotros podamos juzgar mejor que nuestro hígado cuánto colesterol vamos a necesitar. 

¿Quieres aprenderlo todo sobre la dieta cetogénica? 

Echa un ojo a la Keto-Maratón, el programa que condensa una década de estudio obsesivo en apenas 12 horas de audio o vídeo, que terminarás con una sonrisa (y un delicioso menú semanal)… en especial, ¡si usas el cupón EPOPEYA para que se te aplique un 10% de descuento!

Y si también te invade esa obsesiva pasión por ella… 

Apúntate a la Ketofilia Semanal, el podcast recóndito y tendencioso en el que me regodeo en las keto-noticias, libros y artículos más fascinantes (a salvo de ketofobias y «buenas intenciones»)…

 

 

Suscríbete al podcast en ivoox o escúchalo semanalmente en Amazon MusicApple Podcasts, Spotify Podcasts y SoundCloud.

¿Quieres, además, oír los episodios antes que nadie, ahorrarte los anuncios y descargarte la transcripción referenciada? ¡Consigue tu dorsal o tu pase VIP para la Keto-maratón y regodéate en las ketofilias VIP’s!

1 Comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Juan manuel

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

Podría interesarte

Este contenido está protegido por copyright. Por favor, para hacer uso de él, contacta con nosotros.