La frittata es una manera festiva de llamar a la tortilla (generalmente de verduras), pero en plan italiano (y a menudo con un toque de parmesano rallado a modo de aderezo). Es ridículamente fácil, acepta mil combinaciones y siempre está exquisita (como la tortilla, vamos)
Resulta perfecta para aprovechar restos varios que tengáis en la nevera (de ahí el apodo de «di qualcosa» o «de algo» en italiano). Aunque la combinación que traigo hoy es una de mis favoritas y nunca falla: alcachofas y espárragos trigueros.
Solo hay que limpiar las alcachofas (sacándoles las hojas más duas y cortando el corazón a cachillos) y ponerlas a pochar con los espárragos partiditos en un hilillo de aceite de oliva virgen extra (o manteca de cerdo o mantequilla) hasta que se reblandezcan y huelan que alimenten, apenas 10 o 15 minutos.
Y a partir de aquí, el proceso es idéntico al de la tortilla de toda la vida (básicamente porque es una tortilla) , así que echad mano de unos huevos bien nutritivos, usad vuestra mejor técnica de tortilleo y no coartéis vuestra creatividad, que cualquier mezcla de verdura quedará deliciosa.
¿Te pica la curiosidad por los últimos avances en nutrigenética?
Por fin, después de mucho batallar (y más años de los que quiero admitir disimulando cuando alguien me preguntaba sobre la aplicabilidad práctica real de los análisis nutrigenéticos), he conseguido traer a España MyNutriGenes, el «fórmula 1» de los análisis genéticos adaptados a la nutrición.