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La Intervención en Karelia y el Estudio de China

Concluimos nuestra pequeña introducción a las limitaciones de los estudios observacionales en nutrición resolviendo que el hecho de que los cincuentones se afeiten cada día para disminuir su riesgo cardiovascular o los aspirantes al premio Nobel coman chocolate para acercarse al prestigioso galardón no resulta especialmente dañino para nadie, pero… inferir de un estudio observacional que la proteína de soja es el adalid de la salud porque protege de las enfermedades cardiovasculares y prodigarlo a los cuatro vientos, lamentablemente, sí puede hacer mucho daño. Y eso es exactamente lo que ha pasado con los dos famosísimos estudios que pasamos a comentar, que son casi como el evangelio incontestable sobre el que se apoyan muchos expertos en nutrición que afirman que recomendar activamente el consumo de huevos o de carne roja es poco menos que una incitación al suicidio. Y son, por un lado, la Intervención de Karelia y, por otro, el estudio de China, que sus propios autores apodaron, con cuestionable humildad, “el estudio nutricional más completo jamás realizado”.

 

La Intervención en Karelia

El recurso finlandés tiene su origen en las escandalosas tasas de enfermedad cardiovascular que azotaron el norte de Karelia, una zona de la Finlandia fronteriza con Rusia, que fueron las más altas del mundo durante la década de los 60 del pasado siglo. La intervención consistió en recomendar activamente dejar de fumar y reducir el consumo de… sí, obviamente, según las tambaleantes teorías que reinaban en la época (y mucho me temo, que aún hoy nos eclipsan) gracias a Ancel Keys (cuyas entretelas examinamos aquí), se implementaron campañas para que la población redujera activamente el consumo de grasa saturada. Y lo cierto es que poco a poco, año tras año, las tasas de muerte por ataques al corazón fueron disminuyendo progresivamente.

Y aunque nos alegremos un montón de que los karelianos superasen ese duro bache, asumir que fue gracias a que comieron menos mantequilla es como darle gracias al afeitado diario por haber eludido un día más el ataque al corazón. Durante esos años de “mejora cardiovascular” no solo disminuyó el consumo de tabaco, sino también la tremenda angustia causada por un evento que no se tuvo en cuenta en los paulatinos informes que vanagloriaban al descenso en el consumo de grasa como la obvia responsable de la disminución de ataques al corazón. Y es que después de la segunda guerra mundial, la Unión Soviética exigió a Finlandia que le “devolviera” Karelia. Y en esa época nadie le chistaba a los rusos tampoco, así que de un día para otro, cerca de 400.000 finlandeses se vieron expulsados de sus casas y obligados a trasladarse a otras zonas de Finlandia, generalmente al norte de la propia Karelia, donde poco después subirían alarmantemente las tasas de ataques al corazón y donde curiosamente tuvo lugar la intervención.

Imagino que hay pocas cosas más angustiosas y estresantes que verte desprovisto de tu casa, entorno social y comunidad y obligado a buscarte la vida por ahí… pero el tiempo lo cura casi todo. Y yo me pregunto, gracias al Dr. Kendrick, un médico escocés muy salao’ y abridor de ojos profesional, si el descenso en las tasas de ataques al corazón, podría no ser consecuencia de que los karelianos comieran menos mantequilla, sino que conforme la reubicación forzada se alejaba en el tiempo, la angustia se habría difuminado (aparte de que los reubicados fumaban cada vez menos). No hay manera de saberlo, porque todos los datos en los que se basa son meras observaciones y correlaciones. Este estudio no es un ensayo clínico en el que se elige una muestra siginificativa de sujetos experimentales y se les cambia la dieta con un protocolo controlado mientras se mantienen constantes todas las demás variables que pueden influir sobre su riesgo cardiovascular, como si les gusta su trabajo o si tienen que convivir con su suegra, no. Así que no podemos afirmar con total seguridad que fuera un estrés matador lo que catapultó las tasas de ataques al corazón, no… pero quienes utilizan esta intervención como prueba de que reducir el consumo de grasa saturada reduce los ataques al corazón, tampoco.

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El Estudio de China

He aquí una de las Biblias a las que suelen recurrir quienes abogan por reducir al máximo el consumo de alimentos de origen animal para eludir una muerte prematura, sea tanto por enfermedad cardiocardiovascular, como por cáncer y hasta casi por caída desde un quinto piso. Aunque dice apoyarse en datos experimentales, lo cierto es que el Estudio de China es «un libro» en el que un médico (curiosamente anti-alimentos de origen animal) “opina” sobre cómo debe ser una dieta saludable. Según su criterio, básicamente debe contener 0 mg de colesterol (a pesar de que ciencia ha demostrado que no es en absoluto perjudicial para la salud y que su consumo no influye sobre el colesterol en sangre) e incluir cuanta menos proteína de origen animal, mejor. Incluso recomienda seguir una dieta vegana y suplementar para suplir las carencias que supone.

Independientemente de que una dieta que por norma requiera suplementos para no ser letal no creo que califique como el adalid de la salud, los supuestos datos experimentales en los que dice basarse para lanzar sus recomendaciones no son tal. El Estudio de China fue un enorme estudio observacional, que costó muchísimo dinero, porque se dedicó a registrar una barbaridad de datos (que, por cierto, se obtuvieron a partir de cuestionarios de frecuencia de consumo, que son meras estimaciones de lo que la gente recuerda haber comido en los meses anteriores y que no disinguen en absoluto entre un perrito caliente de porexpan y un entrecot de buey de pasto) y buscar activamente correlaciones con las tasas de enfermedad coronaria y algunos tipos de cáncer.

Y, curiosamente, las asociaciones que su autor eligió encontrar cuadraban con su hipótesis de partida, que era que la mantequilla, los huevos y la carne son poco menos que veneno. Y aunque él mismo apunta que los datos recopilados no pueden utilizarse para afirmar que comer alimentos de origen animal provoca enfermedades, no se corta un pelo en gritar a los cuatro vientos que las dietas vegetarianas e incluso veganas, que son directamente letales si no se suplementan, son infinitamente más sanas que las que incluyen carne, lácteos y huevos. Y aunque en este caso particular quede más disimulado, básicamente porque su autor ostenta el título de doctor y te obliga a bucear en 900 páginas de jerga científica, es «un libro» que refleja una opinión personal, basada en su propio estudio observacional, que en el mundo de la ciencia real únicamente sería válido para generar hipótesis que luego deberían comprobarse en ensayos clínicos. Así que el hombre podría haber concluido igualmente que comer chocolate te acerca a ese premio Nobel… o que «comer sin gluten aumenta tu riesgo de enfermar» (tal como vimos aquí).

Lo dicho… la ciencia nutricional es relativamente novata y muy difícil de estudiar, precisamente, porque el ensayo nutricional perfecto es virtualmente irrealizable. Este implicaría recluir durante un tiempo suficiente a una muestra homogénea y significativa de personas, para someterlas a un protocolo de alimentación controlado, manteniendo constantes además el resto de variables que podrían influir sobre su salud, como si han dormido bien, su nivel de estrés, de exposición a tóxicos, historial médico y farmacológico y a saber cuántas cosas más… pero sí hay disciplinas muy bien asentadas que nos pueden echar una mano sin tener que torturar a nadie, como la antropolgía, la bioquímica, la fisiología y el simple y llano sentido común. Aún así, afeitarse cada día y comer chocolate (sin azúcar) no creo que haga daño a nadie. 

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Referencias (por orden de aparición)

Ebrahim, S., Smith, G. D., May, M., Yarnell, J. (2003).  Shaving, coronary heart disease, and stroke: the Caerphilly Study. American Journal of Epidemiology, 157(3), 234-238. https://doi.org/10.1093/aje/kwf201

Kendrick, M. (2015). Doctoring Data: How to sort out medical advice from medical nonsense.

Messerli, F. H. (2012). Chocolate Consumption, Cognitive Function, and Nobel Laureates. New England Journal of Medicine, 367(16), 1562-1564. https://doi.org/10.1056/NEJMon1211064

Puska, P. (2001). Successful prevention of non-communicable diseases: 25 year experiences with North Karelia Project in Finland. Public Health Medicine, 4(1): 5-7

Campbell, T. C., & Campbell, T. M. (2006). The China Study: The Most Comprehensive Study of Nutrition Ever Conducted And the Startling Implications for Diet, Weight Loss, And Long-term Health.

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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