¿Conocéis la historia de los archi-celebérrimos huevos Benedict? Se remonta al cocinero que reinaba en el Waldorf de Nueva York en la década de los cuarenta, que opinaba que un par de tostadas con huevos poché y jamón, coronados con salsa holandesa, encarnaban la mejor cura contra la resaca.
Y puedo asegurar que (con algunas adaptaciones «low-carbizadoras») suscribo por completo su opinión.
La tostada puede sustituirse por cualquiera de los «no-panes» low carb, aunque yo he optado por unos deliciosos y súper veloces «no-panecitos» de sésamo (cuya receta tenéis aquí).
Estaban absolutamente demenciales y me sentaron de lujo (si hubiera tenido resaca se habría esfumado solo con olerlos 😊).
Si os decidís a apañar vuestra propia pócima anti-resacas, sabed que solo necesitaréis colocar:
- de base, una rebanadita de «no-pan»;
- encima, unas lonchas de bacon o jamón (yo he optado por la versión castiza y he tirado de jamón curado andaluz con un resultado más que exquisito);
- uno o dos huevos poché bien frescos (que podéis hacer simplemente cascándolos en agua con vinagre bien caliente sin que llegue a borbotear, en la que habréis creado un remolino con un cubierto para que la clara se cueza alrededor de la yema – en apenas 3 minutos quedan perfectos); y
- un toque de salsa holandesa (tenéis una versión para vagos que se hace en dos minutos aquí)
Dan mucho menos trabajo de lo que parece (especialmente si vuestro yo del pasado tuvo a bien congelar unos «no-panecitos», como afortudamente hizo el mío) y están buenísimos.
Curen o no la resaca, desde luego os saciarán y os ayudarán a afrontar lo que sea que el día os depare con energía y una sonrisa de oreja a oreja 😊