Dicen que no hay que prometer nada cuando se es presa de la euforia. Así que he esperado un tiempo prudencial después de acometer una eufórica escabechina con la lasaña low carb de calabacín que veis en la foto (y que en un principio contenía «tres raciones» 🙄).
Madre mía, qué poco he echado de menos las lasañas de pasta tradicionales hoy (y las congeladas, mucho menos).
Queda rotundamente soberbia. La ubico en la misma liga (en cuanto a reconfortante) que la deliciosa pócima low carb para el desamor, para que os hagáis una idea de mi estratosférico amor por ella.
Así que si también disfrutabais como niños con zapatos nuevos ante un humeante plato de lasaña, dadle una oportunidad a esta opción menos pérfida, que queda deliciosa.
A su favor además añadiré que (aparte de más saludable) es mucho más rápida de hacer que su prima de trigo (que no hay que cocer las placas de lasaña, ni remover con paciencia la bechamel, ni nada por el estilo).
Y es que aunque la lasaña de calabacín admite mil combinaciones de rellenos y de salsas, hoy os traigo esta que, aun a riesgo de repetirme, os diré que es tan reconfortante que debería llevar el sobrenombre de «súmmum de las lasañas low carb» por decreto ley.
Como auguro supondréis, la hago sustituyendo las placas de lasaña por tiras de calabacín.
Según el día que tenga, las rebano con la mandolina y las paso por la plancha para que queden doraditas, o las corto bien finas con un pelador de patatas y les doy un minutejo de microondas a máxima potencia. Con la segunda opción quedan ligeramente menos sabrosas, pero una vez salseadas, os aseguro que ni el catador de lasañas más experto del mundo notará la diferencia.
Y entre capa y capa de calabacín (bien salpimentado, eso sí, que un pelín soso sí es), alterno capas de salsa boloñesa casera. La hago sofriendo cebolla, pimiento y restos diversos (sea de carne de cerdo o ternera picada, panceta, pollo o incluso pescado o verduras) y tomate natural rallado.
No dejéis pasar la oportunidad de añadirle un poco de curry a la salsa, que le queda niquelado y nunca sobra un pequeño chute de fitoquímicos.
Y si es el día feliz en el que me regalo un garbeíllo por el mundo de los lácteos (ved aquí por qué los raciono), le incrusto un poco de mozzarella entre las capas y la corono con parmesano rallado antes de gratinarlo.
Y he aquí la fuente que contenía mi euforia (y las supuestamente «tres» raciones) 😁
A falta de microondas.. serviría dejar sudar el calabacín con sal como media hora y luego solo hornearlo?
Leñe! Nunca he dejado sudar el calabacín!!! Supongo que sí, ¿no? Debería cocerse al horno felizmente igual!!! 😊