Atrás quedó la época en que había que madrugar, ir a la lonja, pujar por un pulpo bien hermoso, correr a la cocina, poner un perolo de agua al fuego y «asustarlo» antes de cocerlo pacientemente.
Lo cierto es que el progreso tiene algunas cosas buenas, como la posibilidad de acceder al delicioso cefalópodo ya cocido y envasado. Resulta el candidato perfecto para convertir una cena improvisada en un festín perfectamente paleo y low carb.
Así que, por una vez, no pretendo animaros a seguir el camino más largo.
Y es que el pulpo cocido es pulpo cocido, aquí y en «no-paleo-no-lowcarb-landia».
Abogo por comprarlo hecho y dedicar el tiempo de «me apetece echar un rato en la cocina» a algo que no podáis encontrar fuera de ella… Como a hacer las «no-patatas» fritas que ejercerán de base de vuestro delicioso pulpo a la «casi-gallega».
Con un exquisito lecho de calabacín a la plancha doradito haréis las delicias de sus afortunados comensales y lograréis un platico casi igual al tradicional. Y «casi-galleguizad» vuestro pulpo felizmente coronándolo con sal en escamas, pimentón dulce y un chorrillo alegre de aceite de oliva.
Si es que no todo iba a ser trabajar de sol a sol y esquivar el progreso 😊