Para los que como yo viváis en un ambiente poco propicio¹ para practicar el muy recomendable arte de la meditación y carezcáis de inquietudes coloreadoras, he aquí mi (casi) sustituto comestible: una coca crujiente y deliciosa con sabor a sésamo tostado y forma de mandala.
(1). Como aquellos que también conviváis con parientes peludos de cuatro patas que no acaban de comprender por qué os sentáis a respirar en sus dominios sin prestarles la atención que merecen dado su indiscutible rango de emperadores supremos del lugar.
Y además de deliciosa y crujientita, es súper fácil pero la mar de divertida de hacer, tanto en modo «mandala», como en modo torta redonda «hoy-no-estoy-pa’-mangas-pasteleras-ni-pa-dibujitos-bucólicos».
Si te decides a probarla, cuenta que para la torta de la foto, que ha bastado para suplir mis carencias meditacionales durante dos días en varias dosis sucesivas, han caído:
- un huevo
- una cucharada de tahine, la deliciosa crema de sésamo
- dos cucharadas de almendra molida
- media cucharada de harina de coco
- una puntita de levadura química
- sal y pimienta
- semillas de sésamo para mayor «crujientez» y belleza aún
Y me he limitado a mezclar los ingredientes (he añadido unas pocas semillas a la masa y otras las he esparcido por encima antes de hornear) y meter la mezcla final en una manga pastelera con boquilla redonda y pequeñita. Antes, eso sí, recomiendo encender el horno a 180º para mayor regocijo posterior.
Me habría encantado dejar un testimonio gráfico del momento «manga», pero me ha tocado confinarme sin otros humanos cerca (ni siquiera mi musa ha querido quedarse conmigo) y mis queridos emperadores supremos aún no han aprendido a hacer fotos, así que me faltaban manos y no he podido.
¡Aunque no tiene ningún secreto! Se trata de ir dejando caer masa desde la manga pastelera haciendo el dibujo que buenamente os apetezca sobre un papel de horno (o verter la mezcla a lo bruto, en cuyo caso os quedará una torta redonda de toda la vida). No la dejéis mucho rato sola después de hacer el dibujo, que se dispersará y perderá su «mandalidad». Al horno precalentado con ella en seguida.
Y en apenas 10 minutos estará dorada, crujiente y lista para ser alegremente «meditada». En casa ha tenido mucho éxito como torta, pero como táctica distractora de emperadores supremos que permita la susodicha meditación, la verdad que no
¿Te pica la curiosidad por los últimos avances en nutrigenética?
Por fin, después de mucho batallar (y más años de los que quiero admitir disimulando cuando alguien me preguntaba sobre la aplicabilidad práctica real de los análisis nutrigenéticos), he conseguido traer a España MyNutriGenes, el «fórmula 1» de los análisis genéticos adaptados a la nutrición.
Con lo que me gusta el sésamo!!! Muchas gracias por tus recetas y reflexiones.
Oh!! Qué ilusión, Laura!! Gracias, espero que te guste 😊
Eres lo más! Me encantan tus recetas, tu gracia al explicarlas y que compartas tus experiencias personales. Al emperador de tu casa creo que también le ha gustado la torta mandala 😋
Buenísima! Ha tardado más de diez minutos para que quedara crujiente, pero valía la pena 😋😄 gracias!
Oooooh!!! Qué bien, qué ilusión!!! Me alegro!! 😁