A falta de páncreas ajenos con quien compartir una mona de pascua (igual de tentadora, pero la mitad de irreverente) en confinamiento, mi fiel abubilla y yo hemos decidido recurrir a la bella tradición «pinta-huevil». Y no solo hemos disfrutado como niñas durante el proceso coloreador y «foto-preparacional» (las dos), sino también robando subrepticiamente los huevos de colores (junto con el tramposo de chocolate, la verdad) y destinándolos a un feliz almuerzo pascual (yo).
Y ha sido facilísimo. Lo único peliagudo de todo el proceso es lograr unos huevos duros bien lisitos que no parezca que los haya pelado Eduardo Manostijeras. Si consigues eso, el resto es súper sencillo y la mar de distraído.
Si te apetece llevar a la mesa unos huevos de colores perfectamente comestibles y apetitosos, solo tienes que apañar por un lado unos huevos duros (yo los cuezo apenas 6 minutos para que la yema no cuaje del todo, pero para gustos, colores) peladitos (ánimo con eso) y, por otro, los «tintes».
El tinte azul no es más que un poco de agua en la que he cocido un par de hojas de col lombarda (he aprovechado las de fuera, que siempre son más feúchas). En apenas 10 minutos, obtenemos un agua azul oscuro con un potencial coloreador tremendo. El tinte rosa es una aplicación más de mi recurrente magia limonera (vela en el flan azul y rosa). Me he limitado a separar la mitad del agua azul de cocción de las hojas de lombarda y echarle un chorro alegre de vinagre. En apenas segundos, el ácido reacciona con el pigmento azul de la col y el líquido se vuelve rosa brillante intenso. Y el amarillo ha sido más fácil aún. Solo hay que disolver un poco de cúrcuma en un cazo con agua hirviendo, apartarlo del fuego y remover. Tinte amarillo chillón a punto.
Y no quedará más que sumergir los huevos duros pelados en los tintes. En apenas unos minutos estarán alegremente pintados y listos para llenar de color deliciosos y festivos platos pascuales. Es súper curioso. El azul se va volviendo turquesa y el rosa poco a poco va «envioletándose», pero el amarillo no desaparece ni pa’ qué. ¡Aúpa esa cúrcuma! Así que si quieres que el azul y el rosa conserven ese color intenso, sácalos de su tinte poco antes de servirlos.
A falta de musas (el anuncio que publiqué pidiendo una ha fracasado estrepitosamente), buenas son abubillas… y huevos de pascua de colores (con intruso de chocolate, que no de cuco, que siempre apetecen más de postre).
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