Habrá quien me discuta la premisa aquella de «cuando algo funciona, mejor no tocarlo» (admito que como filosofía de vida no llama al progreso precisamente), pero, tratándose de mejillones… Llamadme clasicorra, pero donde haya un buen escabeche y/o un tradicional picadillo, que se quiten los tigres y las esferificaciones espumosas.
Y es que asumo que gracias a esta receta no me ganaré el premio a la creatividad, pero es tan agradecida y fresquita que tenía que ponerla.
Los que ya sepáis cómo se hacen, podéis obviar el resto de texto. Mi misión para con vosotros (léase recordaros que este delicioso aperitivo cabe holgadamente dentro de una dieta paleo low carb) ha sido cumplida. Lo que me recuerda que quizás el exquisito tomatito cherry relleno de guacamole sea de vuestro interés 😋
Para los que apreciaríais alguna indicación ulterior, sabed que es tan fácil como limpiar y abrir los mejillones y echarles por encima un picadillo de cebolla, pimiento rojo/verde/amarillo, aceite, vinagre, sal y pimentón. Un aperitivo de los de toda la vida: asequible y modesto pero delicioso.
Y para los que no hayáis limpiado mucho mejillón, sabed que hay que empezar por sumergirlos en agua y desechar directamente los que floten (no queremos perder 3 días en el baño con gastroenteritis por un par de mejillones tontos). Del resto, retirad las barbas y ponedlos en una cazuela tapada a fuego medio (hay quien les echa vino blanco, yo suelo añadirles solo una hoja de laurel), removiéndolos de vez en cuando.
En pocos minutos se abrirán y podréis proceder a retirar felizmente una de las cáscaras (la vacía 😀). De nuevo desechad los que no se hayan abierto. Y estarán listos para ser convenientemente «picadillizados» y disfrutados.
Si es que, cuando algo funciona…