Si también sientes que vas a la deriva sobre un mar de incertidumbre en una barquita tambaleante maniobrada por el célebre Abundio, aquel que fue a vendimiar y se llevó uvas de postre… ¡no estás solo/a! Asumiendo que no podemos hacer mucho (aparte de suplicarle clemencia al universo), hoy te propongo una pequeña revancha en forma del célebre dulce francés, las deliciosas islas flotantes. Ya que parece que nos toca ir a la deriva… que sea sobre crema de vainilla 
Esta versión baja en carbohidratos se asemeja muchísimo a la original de merengue cocido sobre crema inglesa (si eres poco amante de lo tradicional, aquí tienes una más rápida pero igualmente soberbia hecha con fresa y yogur).
Tanto la textura, como el sabor, quedan igualicos. De hecho, en boca solo se diferencia de su prima high carb por la falta de caramelo de azúcar, que he sustituido por un sabroso coulis de arándanos súper veloz. ¿A que suena bien? Pues no es difícil en absoluto. Solo hay que ir por partes tranquilamente.
Para empezar, yo recomiendo dejar hecha y reposando la keto-crema inglesa, que no es más que una versión suave y «mojaíca» de la crema pastelera (que tenéis aquí). Para estos 2 platazos (que bastarían para 4-6 marineros a la deriva), he mezclado:
- 200ml de nata fresca (la mítica nata fermentada francesa o crème fraîche)
- 2 yemas (¡guardad las claras para hacer las islas!)
- un chorrillo de esencia de vainilla (como esta, que no lleva cosas raras)
- edulcorante al gusto
en un cazo, que he colocado en una cacerola con agua a fuego bajo y he cocinado al baño maría, removiendo continuamente, unos minutos.
El proceso es el mismo que para la crema pastelera, pero la inglesa queremos que quede más bien líquida (mismamente como la original). Verás que en apenas 10 minutos la tienes espesita y la puedes retirar de su baño caliente y dejarla templar por ahí. Y las islas no son más que esas claras batidas a punto de nieve con un toquecillo de edulcorante y/o vainilla también.
El plan es poner agua a calentar a fuego bajo (no queremos que hierva a borbotones, que desmonta las nubecillas) en una cacerola bien ancha. Cuando empiecen a aparecer burbujitas pequeñitas, podemos ir colocando sobre el agua cucharadas colmadas de merengue crudo. Verás que son muy fáciles de manipular. Dales la vuelta cuando lleven un par de minutos en el agua para que se cuezan por ambos lados y en un plis las tendrás. Sácalas con una espumadera y déjalas templar también.
¡Y ya casi lestamos! Si te decidís por el coulis, solo faltará poner un puñado de arándanos a cocer a fuego lento en un chorrillo de zumo de limón. En apenas 10 o 15 minutos estarán a medio deshacer y podrás valorar si le echas un poco de edulcorante (que el limón pelín traicionero sí es, aunque un toque ácido le queda genial a la mezcla final). Y ya podrás apagar el fuego y dejar el coulis por ahí también hasta que montes el postre.
Hoy lo he puesto en platos soperos porque iba a ser «plato único», pero en copitas con una o dos islitas queda preciosísimo también. Vierte un lecho de crema de vainilla, coloca encima las islas flotantes y corónalo todo con unos chorretones de coulis.
Ya sé que está feo que lo diga yo, pero queda… brutal. Mismamente como la receta original. O incluso mejor, que el frescor ácido del arándano le da mil patadas al mero caramelo de azúcar. Y ya ves la pinta que tiene. Así sí que apetece ir a la deriva… incluso bajo el mando del célebre Abundio, ese que vendió sus zapatos para comprar los cordones
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¡Ojalá te deleiten tanto como a mí!
