Modo noche

Tronco «navidávido» de trufa, avellana y año nuevo

Este año pasará a la historia (entre otras cosas) porque hasta los «grinches» más cascarrabias andamos ávidos de navidad. Yo misma estoy deseando cubrirme en guirnaldas, agarrar una zambomba y ponerme a «asestar» villancicos a pleno pulmón. De ahí lo de «navidávido»… Puede que campe por ahí algún ser de buen corazón que no se vea invadido por mi impetuoso anhelo de trufa y avellana… pero ávidos de año nuevo, estamos todos 😅

Así que para despedir al 2020 me he propuesto «navidadear» a lo bestia, con arbolito y tronco de chocolate incluidos, como está mandao’. Y esa ha sido la excusa que me he agenciado para permitirme preparar impunemente un bizcocho de avellana, rellenarlo de ganache de chocolate negro y cubrirlo con nata sabor cacao. Y tan feliz.

Si también quieres poner a prueba tus habilidades enrolladoras de bizcochos sin harina (que pelín cuesta arriba sí se hace), no se me ocurre ocasión (o excusa) mejor. Para esta base abizcochada (en crudo subía apenas un dedico – que más alta no la enrolla ni el mismísimo Hércules – en un molde de 24 x 16 cm), me he limitado a batir con cierta energía (después de encender previsoramente el horno a 180ºC):

  • un par de puñados de avellana tostada (he pesado unos 100g)
  • un par de cucharadas de harina de almendra
  • 3 huevos
  • una cucharadita de levadura química
  • pelín de edulcorante (probadlo a ver)
  • 50g de mantequilla blandita

Y el plan es verter la mezcla en un molde rectangular, cocerla en ese horno precalentado y sacarla así que cuaje, sin permitirle secarse demasiado o se romperá (que el bizcocho estará buenísimo y se podrá embadurnar de trufa igual, pero el enrollao’ hace como más ilusión).

Ve probando con el truco del palillo que sale seco así que la superficie empiece a dorarse. A mí me ha tardado apenas 15 minutos. Y el único «truco» para minimizar el riesgo de rotura «bizcochil» es volcarlo recién salido del horno sobre un paño húmedo y enrollarlo directamente bien caliente. La humedad del paño permite que  adquiera la forma acilindrada mientras se enfría. Déjalo ahí que repose un rato.

¡Y ya puedes disfrazarlo de tronco «navidávido» felizmente! Y no te preocupes por las grietas, que la trufa las tapa y aquí no ha pasao’ ná.

Para el relleno de ganache, me he limitado a mezclar chocolate bien negro picadito y nata para montar a partes iguales (para este tronco de hoy han bastado 50g de cada). El plan es calentar la nata hasta que arranque a hervir, retirarla enseguida del fuego y derretir en ella el chocolate removiendo hasta obtener una masa espesa y aromática. Pruébala de dulce a ver.

Y la cobertura de trufa es más fácil aún. Solo hay que batir nata para montar bien fría, añadirle cacao puro en polvo y edulcorante al gusto y mezclar bien (sin pasarse con la batidora, que la nata se convierte en mantequilla si batimos demasiado y se nos fastidia el plan). En este apenas han caído otros 100g de nata y dos cucharadas de cacao con un resultado soberbio.

Y ya llegará el momento feliz de desenrollar el bizcocho con cierto cariño, separarlo del paño, abarrotar el interior con la ganache y embadurnar la superficie con la trufa. Unos «cortes» a lo largo de la corteza con un cuchillo y un último toque de cacao en polvo en forma de lluvia desde un colador le darán una pinta a leño de navidad inconfundible.

Y podremos despedir al 2020 a leñazos sin ningún reparo. Así nos aseguramos entre todos de que no vuelve 😁

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¡Ojalá te deleiten tanto como a mí! 

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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