¿A quién no le han «dado calabazas» alguna vez?
Aunque de inicio mucha ilusión no haga, con el tiempo llegas incluso a agradecer el gesto. Especialmente, cuando las destinas a una maravillosa tarta con sabor a canela.
Porque alguien que no tenga reparos en «darte calabazas», no merece probar las delicias que eres capaz de hacer con ellas 😊
Ahora que dejamos atrás las recetas truculentas de Halloween, llega Acción de Gracias, la mítica festividad anglosajona en la que la tradición llama a un poquito de sana introspección y sincero agradecimiento.
He aquí mi adorada versión paleo y low carb de la exquisitamente reconfortante tarta de calabaza que suele poner la guinda final a los míticos banquetes americanos a base de pavo asado con salsa de arándanos y puré de patatas.
Queda deliciosamente suave, jugosa y especiada. Así que resulta perfecta para dar las gracias.
Para la base de galleta (este molde mide 20 cm de diámetro), solo tenéis que mezclar:
- un huevo
- 40g de mantequilla blandita
- una cucharadita de canela (idealmente, de la verdadera que no daña el hígado)
- edulcorante al gusto
- 4-5 cucharadas de harina de almendra (dependerá del tamaño del huevo, debe quedar como una plastilina)
- 1-2 cucharadas de harina de coco (si no tenéis, como siempre, no pasa nada, sustituidla por más almendra, simplemente quedará una base más abizcochada)
Y solo hay que hacer una bola y meterla en la nevera en un papel film para que asiente (igualico que en las demás tartas anglosajonas que tenéis por aquí, como la sureña de chocolate y la de queso estilo New York).
Mientras, podéis ir preparando el relleno, mezclando bien:
• 350-400g de calabaza cocida triturada (en vaporera al microondas a máxima potencia se cuece en apenas 7 u 8 minutos)
• una cucharada de canela (a poder ser, que sea de la buena)
• edulcorante al gusto (yo no le echo, pero mejor probad la mezcla a ver)
• una cucharadita de jengibre molido
• 3 huevos pequeños o 2 grandes
• 200 ml de leche de coco (una media lata)
Id encendiendo el horno a 180ºC y sacando la bola de masa de galleta de la nevera. Colocadla sobre un papel sulfurizado y aplanadla con el rodillo (dejando el papel film entre el rodillo y la masa o se os pegará).
Una vez aplanada, colocadla (manteniendo ese papel sulfurizado siempre debajo) en el molde y dadle forma antes de retirar el film de la parte superior.
Y ya podéis verter la mezcla de calabaza y meter la proto-tarta en el horno. En apenas media horica estará cuajada y aromáticamente tentadora (usad el infalible truco del palillo que sale seco).
Dejadla enfriar antes de manipularla para minimizar el riesgo de desastres (podéis aprovechar la dulce espera para decorarla con unas nuececillas pecanas y/o pipas de calabaza).
¡Y ya estará lista para reconfortar corazones (y estómagos) agradecidos!
Si también andáis deseosos de agradecer vuestra suerte (o dar buen uso a esas calabazas) pero amanecéis con pocas ganas de «tartear», ¡echad un ojo al delicioso (y raudo-veloz) bizcocho de calabaza aquí o a la jalea aquí!
