Para Sergio, mi alegre motivador supremo. Gracias por arrancarme una sonrisa tras otra… y por permitirme plagiar tu receta. Definitivamente, tengo que perderme más a menudo por mi amada Cantabria 😊
Sí, es un (paleo-keto) flan de coliflor «sorpresa», sencillamente porque nadie imaginará siquiera que la (injustamente) poco venerada crucífera se oculta en este bello, dulce y especiado manjar.
Y la sonrisa garantizada (a falta de motivadores supremos), será la vuestra propia cuando veáis como ese ser querido (de buen corazón pero con una férrea tozudería «anti-coles») devora alegre su porción de flan y os pide otra sin la menor idea de que se está hinchando a coliflor.
Así de rico está.
¡Y no es en absoluto difícil de hacer!
Para el flan de la foto, que ha bastado para saciar a dos comensales de buen yantar (uno poco amante de las coles y otro malévolamente sonriente), han caído:
- unas floretas de coliflor cocida (yo calculo unos 6 o 700g)
- media lata de leche de coco (de las de 400ml)
- una cebolla
- 3 huevos
- una cucharada de curry en polvo
- una cucharada de jengibre en polvo
- una cucharada de aceite de coco
- sal y pimienta
Empezad por encender el horno a 180º y sofreír la cebolla picadita en el aceite de coco (mismamente como si hicierais un delicioso abeba gomen etíope o «el mirlo blanco», pero sin el coco fresco).
Cuando transparente, añadid la leche de coco y las especias. Dejad que se amalgame todo un par de minutos y echad la coliflor ya cocida. Triturad la mezcla y añadid los huevos batidos y salpimentados.
Verted el «proto-flan» en un molde (hoy le he puesto papel de hornear para facilitar el desmoldamiento, que luego le iba a hacer fotos, pero es felizmente servible en el propio molde) y ponedlo en un recipiente apto para horno con un poco de agua para cocerlo al baño maría.
Y al horno con él. El tiempo de cocción dependerá del molde y del horno (a mí me ha tardado una media hora), pero el viejo truco del palillo que sale limpio nunca falla.
La verdad es que queda exquisito, tanto caliente como frío. Y el dulzor de las especias, la cebolla y la leche de coco le arrebatan todo el protagonismo al (a menudo poco valorado) sabor de la coliflor.
Admito que mi sonrisa malévola y yo ni siquiera hemos sentido la necesidad de confesar que, efectivamente, esta incomprendida crucífera estaba ahí 😁
Inés Viñas
Nutricionista (colegiada nº 1572)
Psicóloga (colegiada nº 27008)
Máster en Oncología
Diplomada en Terapia Nutricional
Ilusionada con la Nutrigenómica
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