Digo yo que si el amigo Stendhal se quedó catatónico ante la visión de tanta belleza abrumadora (dando nombre a su famoso síndrome) solo por patearse Florencia¹, no imagino cómo habría acabado si además hubiera desayunado unos sublimes huevos a la florentina. Al pobre le daba un síncope, fijo.
(1). Y yo que de mi escapada florentina de hace tropecientos años solo recuerdo el curioso (y malo de narices) zumo de naranja de mentira del desayuno y un matador dolor de pies… 😅
Y es que esta versión florentina de los celebérrimos huevos Benedict (que sustituye el jamón/bacon por unas deliciosas espinacas) es una rotunda delicia, sabrosa y reconfortante.
No diré que os provocará sí o sí síndrome de Stendhal, pero casi. Conmigo, desde luego, ¡funciona!
Y no son difíciles ni fatigosos de hacer en absoluto (especialmente si vuestros generosos yoes del pasado tuvieron a bien congelar unos «no-panecitos» o algunas rebanadicas de «no-pan» para vuestro uso y disfrute futuro) 😁
Eso sí. Como mi habilidad para escalfar huevos deja mucho que desear y soy una obsesa de los cachivaches de cocina, admito que suelo recurrir a un bello escalfador de huevos infalible, aunque también se pueden hacer a la manera tradicional en agua con vinagre remolineada alegremente.

Si queréis aventuraros a probarlos (o ver si a vosotros también os invade el famoso síndrome catatónico), sabed que necesitáis:
- un manojillo de espinacas frescas salteadas
- uno o dos huevos poché por cabeza
- una pseudo-tostada low carb (podéis optar por el «no-pan» de molde, como el de lino que tenéis aquí, aunque yo hoy me he regalado un «no-panecito» de sésamo que tenía alegremente congelado)
- un toquecillo de salsa holandesa (tenéis una versión para vagos que se hace en dos minutos aquí)
Una vez tengáis preparados los componentes, llega la parte divertida: sacar al Miguel Ángel que lleváis dentro y colocarlos como os salga del alma.
Yo he optado por cubrir medio «no-panecito» con las espinacas y el huevo (rebanando el otro medio alegremente), salpimentarlo todo y coronarlo con un toquecillo de holandesa. Y mi trabajo me ha costado esperar a haberle hecho la foto para hincarle el diente.
Si es que no digo que Florencia y sus inacabables obras de arte no sean arrebatadoramente bellas, pero a mí dadme un muchito más huevos a la florentina y un poquito menos arte de belleza abrumadora 😊
Inés Viñas
Nutricionista (colegiada nº 1572)
Psicóloga (colegiada nº 27008)
Máster en Oncología
Diplomada en Terapia Nutricional
Ilusionada con la Nutrigenómica
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