El primer paso para liberarse para siempre de una obsesión es reconocerla. El segundo, buscar un sustituto más asequible del ente obsesivamente deseado para alcanzar la paz espiritual y ser relativamente feliz sin tener que superarla 😁
Sí, reconozco que siempre fui obsesivamente adicta a las Pim’s, esa obscena mezcla de galleta abizcochada y mermelada cubierta con una fina capa de chocolate negro.
Hace muchos años que no las pruebo, pero la adicción sigue latente. Así que hoy me he dado un gustazo a base de mega-galleta casi-Pim’s uniendo una esponjosa base de pasta choux dulce (que en un principio debía servir de base para un Saint Honoré, el monte de lionesas tradicional francés, pero «alguien» olvidó el plan en cuanto probó las susodichas lionesas…), una suculenta gelatina de fresa y una capita de chocolate negro enrejado.

Y no exagero si os digo que apenas un mordisco me ha sumergido en un profundo éxtasis. La combinación es sencillamente sublime.
Y no es difícil de hacer en absoluto. Se puede utilizar cualquier base de galleta (como los almendrados), de bizcocho (como mi adorado chaleco salvavidas) o la susodicha pasta choux que os sobre de vuestras propias lionesas.

Una vez tengáis la base decidida y lista, toca picar las fresas (un puñado gelifica estupendamente con apenas una hoja de gelatina) y ponerlas en una cazuelica con un chorrillo de zumo de limón y edulcorante al gusto. Mientras, poned a hidratar la susodicha hoja de gelatina en agua fría.
Si vais a por la «mega-galleta-tamaño-regimiento» y necesitáis gelificar más que un puñadito de fresas para que la capa del medio no se pierda en la bruma, simplemente colocadlas en un vaso medidor y calculad cuántas hojas de gelatina necesitarán (la proporción suele ser de una hoja por cada 80ml de líquido a gelificar).

Cuando las fresas empiecen a brillar y a tener una celestial pinta de confitura, apagad el fuego, disolved en ellas la hoja de gelatina y dejadlas templar por ahí. Yo las he triturado porque iba a hacerles fotos, pero no es un paso necesario en absoluto (y os ahorráis fregar al menos un cacharro) 😁
Ahora solo habrá que buscar un recipiente que pueda acomodar la base de bizcocho y la futura gelatina. Yo he usado un bol que he cubierto con papel film para poder desmoldarlo con elegancia una vez cuajada.

Y el plan es colocar primero las fresas con la gelatina disuelta ya templadas y acomodar por encima el bizcocho que hará de base.
Ahora tocará ser (un poquito) paciente y esperar a que cuaje la gelatina. Así que a la nevera con ello. Dejadlo al menos un par de horas para ir a lo seguro.

Y ya llega la parte más divertida: liberar la proto-casi-Pim’s de su frío encierro y sacarla del recipiente, dándole la vuelta sobre un papel sulfurizado (os salvará la vida cuando la queráis manipular después) o ya en su plato definitivo.
Echad mano de unas oncitas de chocolate bien negro (yo le echo un pelín de mantequilla para mayor cremosidad) y derretidlo felizmente (al baño maría, como se ha hecho toda la vida, o al microondas a máxima potencia, en rachas de pocos segundos para que no se queme y se fastidie el plan).

Si no tenéis inquietudes «enrejadiles», simplemente dejad que temple el chocolate derretido (que si lo colocáis sobre la gelatina aún caliente, esta se deshará) y vertedlo por encima con una cuchara.
Si también os apetece tirar de enrejado chocolateado, solo tenéis que crear una pequeña manga pastelera enrollando un pedazo de papel de hornear en forma de cucurucho, rellenarlo con el chocolate (¡ya templado!) y disponeros a poner a prueba vuestro pulso.
El mío muy firme no andaba, pero en mi defensa diré que estaba temblando ante la expectativa de volver a saborear el objeto de mi obsesión 😅
¡Y ya la tendréis! Lo más difícil será esperar a que solidifique el chocolate, aunque de veras os digo que vuestros yoes del futuro lo agradecerán.

Saborear la mezcla del crujiente amargo del chocolate con el dulce afrutado de la gelatina de fresa y la esponjosidad del bizcocho hará que merezca la pena la espera.
Eso sí, esta extasiante versión menos pérfida es perfectamente capaz de provocar su propia obsesión… aunque no seré yo la que os sermonee para que la superéis 😇
Inés Viñas
Nutricionista (colegiada nº 1572)
Psicóloga (colegiada nº 27008)
Máster en Oncología
Diplomada en Terapia Nutricional
Ilusionada con la Nutrigenómica
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