En vista de que a día de hoy parece poco recomendable ir por ahí dando abrazos, besitos o arrumacos diversos (maldito virus), he aquí un desayuno que suplirá (sino todas, una parte muy significativa de) nuestras carencias afectivas: los casi pecaminosos pancakes-soufflé.
A pesar de su rimbombante nombre, no son más que tortitas (como las míticas de coco), pero con un extra de esponjosidad y glamour. Y (aunque requieren un poquito más de cariño) quedan absolutamente demenciales. Se pueden acompañar con canela, con chocolate, con cacao en polvo, con coco rallado, con frambuesas o bayas diversas o con lo que fuere que se nos ocurra. Aunque si el objetivo es suplir carencias de mimitos y me das a elegir…
La «macadamiella» no es más que mi versión mejorada y ultra-veloz de la (antes añorada) «nutella». Y es que si la crema de cacao y avellanas sabe a beso… imagina la crema de macadamia chocolateada… Apuesto a que te saciará de abrazos, besitos y arrumacos diversos (como mínimo) hasta que levanten el «toque de queda arrumaquil» (o aparezca alguien que se deje ).
Y es tan fácil como mezclar unas cucharadas de mantequilla de macadamias (que venden alegremente preparada y cuya lista de ingredientes se limita a: nueces de macadamia) con cacao en polvo. Para mi gusto, ni siquiera necesita edulcorante… queda rematadamente celestial tal cual. Aunque admito que a día de hoy el chocolate 100% a mí me sabe casi dulzón, así que mejor prueba a ver.
Listo el cremoso acompañamiento, vamos a por esos esponjosos pancakes-soufflé. Para los 4 de la foto, de apenas 5 cm de diámetro, que han bastado para mimar a dos comensales de hambre mañanera poco pantagruélica, han caído:
- Una yema y dos claras (adivina quién va a almorzar «algo» con mayonesa)
- Tres cucharadas de harina de almendra
- Una cucharada de harina de coco
- Dos cucharadas de agua
- Una cucharadita de impulsor químico coladito
- Un toquecillo de edulcorante al gusto
- Unos moldecitos o cortadores de galleta, alegremente cubiertos con papel de horno (si los engrasas muy bien, puedes ahorrarte el empapelado, pero a mí me tiran mucho las manualidades)
- un poco de mantequilla para engrasar la plancha y un cacharro para taparla
Y no hay más que mezclar las harinas, el impulsor, el agua, la yema y el edulcorante por un lado, y batir las claras a punto de nieve bien firme (hasta que se resistan a la ley de la gravedad si le das la vuelta al bol), por otro. Enciende la plancha a fuego bien bajo y añade la mitad de las claras a la preparación. Mézclalo bien antes de incorporar la otra mitad de las claras, esta vez con muuucho cariño y movimientos envolventes para que no se bajen.
Y ya puedes colocar los moldecitos sobre la plancha enmantequillada y cubrirlos (hasta unos 3/4) con la mezcla. Tápalos y déjalos con la temperatura al mínimo (la mía estaba a 150ºC). Cuando empiece a dorarse la parte inferior (el olor que se escape te guiará), dales la vuelta y vuélvelos a tapar. A mí me han tardado alrededor de 20 minutos en total.
¡Mira qué bellos! El único secreto para que salgan «soufflé», es batir bien las claras y cocerlos despacito y tapaditos. En apenas 25 minutos (si somos mañosos con el papel de horno, si no, quizás 30), obtendremos un delicioso y mimoso arrumaco comestible, felizmente invocable a voluntad. Y en épocas en las que los besitos y abrazos son poco recomendables… siempre viene bien tener un plan B.
¿Quieres aprenderlo todo sobre la dieta cetogénica?
Echa un ojo a la Keto-Maratón, el programa que condensa una década de estudio obsesivo en apenas 12 horas de audio o vídeo, que terminarás con una sonrisa (y un delicioso menú semanal)… en especial, ¡si usas el cupón EPOPEYA para que se te aplique un 10% de descuento!