No, no necesitáis tirar de soplete. Ni siquiera tendréis que rebozaros en azúcar para lograr ese irresistible color quemado. Esta versión supra-sencilla pero exquisita de la crema quemada “se quemará” (casi) sola.
Además de ser súper sencilla, estar exquisita y manchar pocos cacharros, otra de las ventajas del eterno postre tradicional francés es que se hace a base de nata, yemas y azúcar. Así que el proceso de “low-carbización” muy desafiante no es.
Con sustituir felizmente el azúcar, nos basta.
Y lo cierto es que la superficie se dora en el propio horno sin mayores contratiempos, así que no es necesario inundarla de azúcar y quemarla con el soplete a posteriori.
Ya veis, ¡todo son ventajas (o casi todo, que la presente entra en la categoría de “keto-tentación” rozando el larguero)!
Si os ha convencido mi perorata introductoria de rigor y estáis deseando juzgarla vosotros mismos, calculad que necesitaréis, para dos o tres cremas:
- 3 yemas (¡aprovechad las claras para una base de pizza, unos merengues o unas galletas!)
- 200ml de nata fresca (sí, crème fraîche) o de nata para montar (ambas quedan estupendas, aunque a mí me encandila un poquito más la textura de la crème 😇)
- edulcorante al gusto
- chorrillo de esencia de vainilla (por si dudáis, esta es mi favorita, que no lleva cosas raras y está tremenda)
Y solo hay que mezclar bien los ingredientes y distribuirlos graciosamente en sus moldecitos. Ahora podéis hornearlos a baja temperatura (tipo 100 o 120ºC) un buen rato (puede tardar entre una hora o una hora y media) para que la crema cuaje despacito y no se desmorone por dentro.
O también podéis preparar un baño maría (colocando un poco de agua en una bandeja para horno), subir la temperatura a unos 160º y esperar apenas 20 o 30 minutos antes de darle un último toque de gratinador a la suculenta telita que se forma en la superficie.
Y estarán listas para agasajar, deleitar y poner el broche final a cualquier festín que se precie (sin necesidad de echar mano del soplete y arriesgar la integridad de vuestras amadas cejas o pelitos de la nariz 😅)
CURSILLO
Inés Viñas
Nutricionista (colegiada nº 1572)
Psicóloga (colegiada nº 27008)
Máster en Oncología
Diplomada en Terapia Nutricional
Ilusionada con la Nutrigenómica
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