Hay instantes que duran más que algunas promesas. Aunque no será el caso de la dulce esperanza que nos trae este otoño, que se cumplirá sí o sí:
«yo arrancaré los últimos días al 2020… y el buen invierno acabará con él» 
¡Ya queda menos (espero)!
Y mi humilde homenaje al otoño (y a su promesa) es esta jalea de calabaza con canela, una delicia que me tiene el corazón robado. Es obscenamente sencilla de hacer y queda buenísima, como una versión «calabaceada» y «canelizada» del eterno dulce de membrillo.
Y apenas requiere que gelifiquéis un poco de puré de calabaza. Para la jalea de la foto, que cubre un molde de 20cm de diámetro, solo han caído:
- 400g de calabaza
- 300ml de agua
- una rama de canela
- 4 láminas de gelatina (que los veganos/vegetarianos pueden sustituir felizmente por agar agar)
- edulcorante al gusto
- toquecillo de sal
Y ha sido tan fácil como cocer la calabaza en agua con esa ramita de canela y un pelín de sal, triturarla (después de retirar la susodicha ramita de canela) y disolver en ella (mientras aún está bien caliente, pero ya apartada del fuego) el edulcorante y la gelatina prehidratada en agua fría.
Las cantidades son aproximadas para las 4 láminas de gelatina (contando con que parte del agua de cocción se evapora), pero solo tenéis que calcular cuánta necesitaréis según el volumen de puré resultante (tanto de gelatina, como de agar agar) siguiendo las instrucciones del fabricante.
Y ya podréis verter el puré gelatinizado en el molde, esperar a que temple y meterlo en la nevera para que cuaje. En apenas unas horas, estará alegremente gelificado y podrá ser desmoldado (o no) y decorado con más canela (esta sí, idealmente, ¡que sea de la verdadera que no daña el hígado!)
Como le iba a hacer fotos (y quiero agasajar al buen otoño todo lo posible), he recortado una forma redondeada en un folio de papel y he dejado caer una lluvia de canela a través de un colador para darle esa impresión de calabaza. Y confieso que esta versión comestible de promesa otoñal sí ha durado nada y menos
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