Modo noche

Merengues de cacao (las apariencias engañan)

Todos hemos sufrido eso de «no es oro todo lo que reluce» y (seguro que muchos) recordamos a la mítica tetera cantarina de La Bella y la Bestia entonando aquello de «la belleza está en el interior». Pues estos merengues de cacao son la reencarnación hecha tangible (y comestible) de esa verdad eterna. Si obvias su pinta curiosamente semejante a otros entes poco apetitosos y les das una oportunidad, su sublime interior te conquistará. Yo no soy especialmente facilona, pero les habría declarado amor eterno incondicional al primer lametón.

Y aunque admito que han despertado a bocinazos a la egoísta comedora compulsiva que hay en mí (con la consecuente misteriosa desaparición casi instantánea de los seis sublimerengues), ni siquiera me siento culpable por ello. He aquí la ventaja de enamorarse incondicionalmente de algo sin maldad alguna y fácil de conseguir, que puedes regodearte en tu pasión siempre que quieras y sin temor a represalias 😊

Y además son ultra-sencillos (rápidos no, por eso, que su ratazo de horno sí quieren) de preparar. Ni siquiera necesitas la manga pastelera. Lo cierto es que molestarse en hacerlos con forma de cúpula bulbosa (como las de la colorida catedral de San Basilio de Moscú, para que los visualices) aumenta sustancialmente su semejanza a los susodichos entes, así que abogo por hacerlos tal como caigan alegremente. Ya ves, todo son facilidades.

Si hoy es el día feliz que has decidido convocar esta delicia a tu vera, cuenta que (para los 6 sublimerengues de tamaño generoso de la foto), necesitas:

  • 2 claras (idealmente «viejas» y a temperatura ambiente, que montan mejor y el merengue se mantiene más firme)
  • 1 cucharada de cacao puro en polvo
  • 1 cucharada de zumo de limón (la acidez ayuda a que el merengue se mantenga estable)
  • edulcorante al gusto

Empezamos por precalentar el horno a unos 100ºC, así estará listo para recibir a los «proto-merengues» cuando los tengamos a punto. Seguimos por montar las claras a punto de nieve bien firme (hoy sí que hay que insistir hasta que podamos darle la vuelta al bol y la fuerza de la gravedad se quede con las ganas de hacerlas caer). Una vez montadas, añadimos el limón, el edulcorante y el cacao con cariño y una espátula. Idealmente, para que no se desmonten las claras, hay que colocarla debajo e ir subiendo porciones de clara montada con movimientos envolventes hasta que se mezcle todo.

Y ya no tenemos más que colocar cucharadas de la chocolateada delicia resultante sobre un papel de horno y meterlo al ídem. Eso sí, tardará muuucho (tranquilamente hora y media o dos horas) en ser un merengue seco. Yo los tengo ahí una hora y media, apago el horno y los dejo dentro para que se enfríen poco a poco y se acaben de secar. Es un ratazo… pero vale la pena. Luego podremos declararles amor eterno apasionada e inocuamente mientras duren (que será cuestión de segundos).

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¡Ojalá te deleiten tanto como a mí! 

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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