El lamington es el rey indiscutible de los pastelitos australianos. Por aquellos lares se le profesa tal veneración, que hasta celebran oficialmente el “Día del Lamington” (que es el 21 de julio, sí). Y no sorprende que levante tantas pasiones, porque se trata de un sabroso bizcochuelo bañado en chocolate y embadurnado con coco rallado. Comprenderéis pues que no podía dejar de celebrar tamaña festividad (que físicamente me encuentre en la otra punta del mundo me ha parecido un dato poco significativo). A estas alturas de mi vida, me apunto a un bombardeo (especialmente cuando se trata de celebrar días diversos comiendo pasteles).
Si queréis uniros a mi particular «día del lamington» o si simplemente decidís que mañana no tomaréis el famoso dingo’s breakfast (el desayuno del dingo, lo que vendría a ser algo así como “nada”) y os apetece probar esta delicia australiana en versión low carb, debéis empezar por apañar un bizcocho (igualico a mi amado chaleco salvavidas), con:
- 3 huevos (las claras a punto de nieve bien firme para un extra de esponjosidad)
- 1 yogur natural (idealmente bien graso y de cabras/ovejas felices)
- edulcorante al gusto
- 5-6 cucharadas de almendra cruda molida (dependerá del tamaño de los huevos y del día que tengan, lo ideal es que la masa final tenga textura de mayonesa)
- 2-3 cucharadas de harina de coco (ídem)
- 1 cucharada de aceite (de coco o de oliva)
- medio sobrecillo de impulsor químico
- un chorrillo de esencia de vainilla (como esta, que no lleva cosas raras)
Este lo he hecho en un molde cuadrado de 16cm de lado para que no quedase demasiado alto ni bajo, igual que el de los bizcochuelos borrachos del amigo titiritero. Y no tenéis más que mezclarlo todo (idealmente, añadid las claras al final, con cariño y movimientos envolventes para que no se bajen) y hornear, como siempre, en horno precalentado a 180º (para esta cantidad, yo lo he tenido unos 30 minutos, hasta que el olor irresistible y el viejo truco del palillo que sale seco me han confirmado que ya estaba). Mejor dejadlo enfriar sobre una rejilla un ratico (para evitar que el vapor de agua remoje el bizcocho) antes de recortarlo alegremente en rectangulillos.
Solo faltará derretir unas oncicas de chocolate bien negro (al baño maría o en tandas de pocos segundos en el micro). Yo le echo una cucharadica de mantequilla para mayor cremosidad, pero el chocolate solo queda de lujo también. Pintad los rectangulillos de bizcocho con el chocolate derretido y espolvoread con coco rallado a discreción.
¡Y ya están! Lamingtons listos y Día del Lamington añadido a mi calendario de celebraciones imperdibles para siempre jamás
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