Modo noche

Bi-soberbi-mousse de moras (modestia aparte)

¿Alguna vez te han dicho eso de «está bueno, pero es mejorable»? A mí sí. Y admito que (aunque hace ya casi 5 años) las palabrejas aún retumban en mis desconcertados (y pelín rencorosos) oídos.

Pues, modestia aparte, afirmo con toda rotundidad que a esta mousse  de moras, ni los jueces más chungos de Masterchef la podrían criticar. Tanto dentro de una bella copa, como de una apetitosa tartaleta (de ahí que sea «bi» o «soberbia por partida doble»), la dejarían de celestial para arriba.

Y es tan rematadamente fácil… La receta es idéntica a la de su prima de fresa que tienes aquí, pero con un pequeño añadido. La textura también es la misma, etérea y súper suave, aunque el sabor… Yo elegiría la de fresa para los días de diario y esta para ocasiones especiales o situaciones críticas. Queda sublime.

Si quieres probarla (que ya te digo yo que sí), solo necesitas (para rellenar un par de bellas copas, una hermosa tarta o una copa y una tartaleta):

  • una clara de huevo
  • un puñado de moras
  • un toquecito de edulcorante
  • un chorrillo de zumo de limón
  • una lámina de gelatina

Empieza por sacar la clara de la nevera (que a temperatura ambiente monta mejor) y poner las moras a cocer (si son de esas gigantes, a cachitos mejor) en una cazuelilla con el chorrillo de zumo de limón y un poquito de agua (muy poca, que apenas las cubra y se evapore conforme cuezan). Mientras las moras «se mermeladean», pon a hidratar la gelatina en un vaso de agua fría.

Cuando las moras empiecen a deshacerse, en apenas unos minutitos, apaga el fuego, añade el edulcorante (cuenta que lleva limón y que luego dará sabor a una clara), tritúralas y disuelve en ellas la hoja de gelatina. Ahora llega el pequeño paso adicional que adelantaba, opcional pero muy recomendable. Si no te apetece ir encontrando pepitas mientras saboreas la excelsa mousse, pasa las moras trituradas por un colador grueso y líbrate de ellas. 

¡Ya casi estamos! Deja templar el jarabe (no queremos añadirlo a la clara batida hasta que esté a temperatura ambiente, pero frío no, que cuajaría la gelatina demasiado pronto).

Ya puedes montar la clara a punto de nieve, que quede bien firme. Compruébalo dándole la vuelta al cuenco. Si la clara desafía la ley de la gravedad y no se cae, es que ya se puede añadir el jarabe templado y mezclarlo bien. Y ya llegará el momento feliz de colocar la delicia resultante en las copas/tarta/tartaleta y meterla en la nevera (si buscas ideas de masas brisas fáciles para ejercer de tartaleta, echa un ojo a la tartaleta de yogur). En apenas un par de horas, la gelatina habrá hecho su magia y la suave mousse estará lista para ser paladeada.

Y la verdad es que a pesar de su sencillez y perfidia limitada queda aún mejor que las mousses industriales diversas que encontrarás por ahí. Aunque la explosión de frescor de la mora dificultará sobremanera que te aburras de su sabor, así que ineludiblemente comerás más… pero no es más que clara, mora, limón, gelatina y un pelín de edulcorante (obviable si también te gusta el ácido). Así que puedes regodearte en ella sin sentirte demasiado culpable.

Y podrás ahorrarte los años de desconcierto y rencor, porque nadie osará decirte eso de «es mejorable». Modestia aparte, ¡no lo es! 

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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