Lo prometido es deuda… O debería serlo. Por lo pronto, hasta que se demuestre lo contrario, aquí se miente muy poco (o casi nada). Así que tal como adelanté cuando publiqué el lujurioso bizcocho de chocolate (razón aquí), procedo a incluir una versión espléndida, paleo y bastante low carb del ubicuamente venerado brownie.
Y es que este es uno de esos bocados capaces de transportarnos a otra dimensión (y de alejar a un «low-carbista» anhelante de una eventual recaída). Es un firme aspirante a panacea universal con todas las de la ley. Admito que conviene relegarlo al cajón de «muy de vez en cuando», pero os aseguro que os arrancará un suspiro de satisfacción en un día de bajón.
Como seguro a estas alturas deduciréis, he sustituido el azúcar por edulcorante y la harina de repostería por una mezcla de harina de almendra y de avellana (felizmente sustituible por más almendra). Y debo decir que he quedado extasiada con el resultado…
Mi suspiro reflejo (cuando me he pimplado la «magdalena auxiliar» con la que siempre acompaño los bizcochos a modo de «ente para catar el pastel sin cargármelo») se debe haber oído a varias yardas a la redonda.
Procedo pues a contaros los pormenores (y mayores) de la receta. Las cantidades son «a ojo de buen cubero» porque no hay gluten que activar, ni nada que levar, solo delicias varias 😊
Para un molde cuadrado de 20cm, he usado:
- 3-4 cucharadas de harina de almendra
- 3-4 cucharadas de avellana molida
- 3 huevos
- edulcorante al gusto (yo usé una cucharada de xylitol)
- un «puñao» de nueces troceadas (o no)
- 150g de chocolate bien negro
- 50g de mantequilla (o aceite de coco para los paleo)
- una vaina de vainilla
Como siempre que andamos «bizcocheando», empezamos por encender el horno, a 180º.
Seguimos por fundir el chocolate con la mantequilla por un lado (a rachas cortas en el microondas o al baño maría como se ha hecho toda la vida) y batir los huevos con el edulcorante por otro. Yo uso mi muy idolatrado chocolate 99% cacao porque soy una fanática sin remedio (y mis papilas están sobradamente «keto-adaptadas»), pero lo dejo a vuestro cabal criterio (que sea negro, eso sí).
Añadimos a la mezcla de huevos las harinas, el aromático interior de la vaina de vainilla y el chocolate fundido. Lo mezclamos bien y le echamos nueces a discreción. Aquí cobra sentido el «a ojo de buen cubero»: debe quedar como una mayonesa densa. Si queda demasiado espeso, añadid un par de cucharadas de agua y al molde con ello (que esté cubierto con papel encerado y convenientemente engrasado).
¡Ya casi lo tenemos! Faltará hornear de 30 a 40 minutos, según lo grueso que lo hayáis hecho y el horno que buenamente tengáis. Id comprobándolo con el viejo truco del palillo.
¡Veréis qué olor invade toda la casa…! Los vecinos empezarán a aporrear la puerta sin tener ni la más remota idea de que la aromática y densa delicia chocolateada que anhelan no tiene ni miajita de gluten, ni de azúcar. Poco menos que milagroso.
Menuda pinta más buena tiene.
Llevaba ya unos cuantos días con muchas ganas de comer chocolate. Como quiero perder 2/3 kilos me decía que mejor no hacerlo. Ayer al final me compré una tableta (97% de cacao ecológica). Supongo que esto no tiene demasiado sentido, pero desde ayer me siento anímicamente un poco mejor y menos cansada…
Sí tiene todo el sentido!!! El chocolate negro (especialmente el de alto porcentaje en cacao) lleva feniletilamina (además de una jartá de antioxidantes), que hace que el cerebro segregue endorfinas! Así que eso de que «el chocolate da la felicidad» no anda tan desencaminado!!! 😋
Ouf… pues no podré comerlo a diario. Gracias.
Hola. Hoy he hecho esta receta. Me ha gustado, muchas gracias ; )
Oh!! Como me alegro Amélie!!! Muchas gracias a ti por decírmelo!!! 😘