Modo noche

Rotkohl (la vivaracha «col roja» germana al rescate)

He aquí mi remedio para cuando os sintáis intoxicados, pochos, oxidados o grises: el bello Rotkohl, una receta tradicional alemana súper sencilla pero exquisita y de colorido imponente. Aunque en su patria suele ejercer de acompañamiento segundón (tras las omnipresentes patatas) de codillos y Bratwursts diversos, lo cierto es que les da mil patadas (tanto en sabor, como en nutrición).

 

 

Y es que no solo de coloridas ensaladas o singulares sopas azules vive el astuto consumidor de ese portento nutricional llamado col lombarda. Aparte de ser una bomba de fibra y antioxidantes con propiedades anticancerígenas, este alegre adalid de las crucíferas ayuda a eliminar toxinas y viene naturalmente abarrotada de ácido fólico y vitamina C. ¡Yo no dejo que pase una semana sin catarla!

Y el Rotkohl tiene uno de esos sabores que te van conquistando poco a poco con cada bocado. No importa qué delicia haya dispuesto a su vera, yo siempre acabo guardándomela para el apoteósico final.

 

 

Apuesto a que logra que los poco amantes de las coles les den una oportunidad (e incluso acaben por disfrutarlas – lo admitan o no). Así que podría ser la súper-receta al rescate que consiga por fin que ese bello (aunque tozudo) ser querido aproveche las colosales propiedades nutricionales de las crucíferas (las coles de todo tipo, tamaño y color). Además, es tan fácil de hacer, que bien vale la pena intentarlo.

Aunque la receta germana suele llevar manzana y azúcar a porrones, lo cierto es que no son necesarios en absoluto para endulzar el «agrio» del vinagre. Con apenas media manzana (que una vez sofrita con el puerro hace las veces de «dulce») por cada media col, se logra un sabor suave, delicioso e inequívocamente agridulce igualmente.

 

 

Y la receta es sencilla a rabiar. Para 4 raciones generosas, solo necesitáis:

  • media col lombarda
  • un puerro
  • media manzana (sin ella queda riquísima igual, solo que pelín menos dulce)
  • chorro alegre de vinagre (hará la magia de convertir el lila de la col en un fucsia chillón – aparte de aportaros sus bondades metabólicas y digestivas)

(Igual que ocurría en la crema aurora boreal o austral «todo por un sueño», el ácido del vinagre reacciona con el pigmento lila azulado de la col y la vuelve flamante y ochentera.)

 

 

Y solo tenéis que pochar el puerro y la manzana picaditos en un chorrillo de aceite hasta que se doren, añadir la col cortadita finita y un par de vasos de agua. Tapadlo (durante los primeros 10 o 15 minutos, luego ya no) y dejad que se cocine unos 20 minutos tranquilamente. Yo añado el vinagre cuando ya ha reposado un poco, por aquello de darle alguna oportunidad a las bacterias que puedan quedar (que nunca está de más contribuir a repoblar la microbiota intestinal).

Y aunque admito que hoy efectivamente me sentía intoxicada, pocha, oxidada y gris… lo cierto es que poco a poco empiezo a notar como esta suerte de poción mágica va surtiendo efecto. Incluso diría que tengo algo de color en las mejillas que antes no tenía.

¿Posible efecto placebo? Puede… en cuyo caso, bienvenido sea 😊

 

rotkohl col lombarda guisada

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