Puede que este año no vaya a soplar velitas, pero sí aprovecharé para regalarme un buen cacho de tarta y lanzar mi deseo.
No diré cuál es, pero ya que dicen que una imagen vale más que mil palabras… lo he personificado en la figurita que acompaña a la susodicha tarta 😅
Eso sí, he tenido el decoro de hacerla «mini» porque este año (y muy a mi pesar) la concurrencia que acudirá a probarla será más que limitada. Y así evito tentaciones, que (obviamente, igual que el susodicho tiramisú) está tremenda.
Y encima es súper sencilla de hacer. Para «tiramisurear» una mini-tarta de apenas 10cm de diámetro, he apañado un bizcocho low carb con dos huevos.
Lo he hecho en un molde de 12cm de diámetro para cortarlo a la medida luego, que queda más cuco y encima el «recorteo» te regala un montón de retales para saciar ansias «bizcochiles» mientras se asienta la tarta.
Una vez listo, lo he dejado enfriar y he hecho café. Y estaba ya más que a punto para preparar la soberbia mousse de mascarpone (que he hecho simplemente mezclando cantidades iguales de mascarpone y nata batida con algo de edulcorante). Para esta mini-tarta, han caído apenas 100g de cada y una cucharada de eritritol.
Después, he colocado un papel film sobre la base de un molde desmontable (este sí, de 10cm).
He cortado el bizcocho del tamaño del molde final y lo he partido por la mitad.
He colocado la base en el molde y la he remojado en café (que si lo hacemos al revés, se nos descuajeringa todo).
He cubierto la susodicha mitad de bizcocho de abajo con una primera capa generosa de mousse y la he coronado con chocolate 100 picadito para que tuviera un toquecillo crujiente.
Y la he cubierto con la otra mitad del bizcocho. Esta sí, bien remojada en su café.
Y no quedaba más que añadir la última capa de mousse de mascarpone (con la boquilla redonda de la manga pastelera se hacen las bolitas de arriba con los ojos cerrados).
Y a la nevera con ella. Idealmente, debería reposar toda la noche para que los sabores se mezclen y la mousse se asiente.
Antes de servirla, la he espolvoreado con cacao puro en polvo a modo de lluvia desde un colador. Igualico que haríamos con su papá, el insigne postre italiano.

¡Y a celebrar cumpleaños a lo grande… en pequeñas compañías!
Porque puede que sigamos confinados, pero cada minuto que pasa nos acercamos más al día feliz en el que dejaremos de estarlo 😇