Todos tenemos algún superpoder. El mío es engalanar recetas simplonas y darles nombres rimbombantes para que suenen irresistibles. Y es que los éclairs no son más que lionesitas (como las que tienes aquí), pero larguiruchas. Así que era cuestión de tiempo que cogiera mi simplona versión de pasta choux, la horneara en moldecitos con forma alargada, embadurnase con trufa los churrillos resultantes y osara llamarlos éclairs de chocolate
Si quieres acompañarme en mi fantasía francófona, cuenta que para un platico hermoso (con unos 18 churrillo-éclairs, que quedan maravillosos congelados), solo necesitas:
- 2 huevos hermosos (las yemas por un lado y las claras batidas por otro)
- 100g de tahine o crema de sésamo
- una cucharada de almendra molida
- una cucharadita de impulsor químico
- 2 cucharadas de vinagre de sidra
- edulcorante al gusto
- un par de oncitas de chocolate negro y un poquitito de mantequilla para suavizarlo
- nata para montar (con 200ml bastará)
- cacao puro en polvo (un par de cucharadas o tanto como sabor queráis darle a la trufa)
Empieza por encender el horno a 180º, coloca las capsulitas alargadas en sus moldecitos y mezcla todos los ingredientes menos las claras. Después, añade la mitad de las claras a punto de nieve bien firme (que se mantengan impertérritas cuando pongas el bol boca abajo) hasta que obtengas una masa uniforme. Incorpora la segunda mitad de las claras con una espátula, movimientos envolventes y mucho amor. Y a los moldecitos y al horno con ellos. En apenas 10 o 15 minutos estarán listos. Déjalos enfriar mientras preparas el relleno de trufa.
Empieza por derretir el chocolate negro con la mantequilla (al baño maría o en rachas cortas de pocos segundos al microondas). Rebana los churrillo-éclairs y procede a pintar la parte superior con el chocolate. Déjalos templar por ahí para que el chocolate se endurezca.
Y ya podrás batir la nata bien fría.
Cuando ya casi esté montada, échale el cacao y el edulcorante. Acaba de montarla (no te emociones mucho, que la nata se convierte en mantequilla cuando se bate con demasiada tenacidad) y la trufa estará lista para ser felizmente embadurnada. Métela en una manga pastelera (o no) y rellena esos deliciosos churrillo-éclairs pintados con chocolate.
¡Y ya los tienes! Mételos en la nevera hasta el momento crucial. Y verás qué poco interés despierta en la concurrencia que les llaméis churrillos con trufa o éclairs de chocolate… Serán un «visto y no visto»
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