Modo noche

Menú semanal paleo low carb (anti-autoinmunes)

Para añadir mi granito de arena en la veleidosa balanza contra los cuadros autoinmunes (y dar ideas a los «paleo-low carb» de buen corazón), he aquí un ejemplo simplón pero riquísimo de menú semanal paleo low carb (descargable desde: menú paleo ), con algunos consejiños. Es muy similar al que sigo yo misma, aunque sí sea un pelín más estricta por mi diagnóstico de cáncer (a los «luchadores en activo» os recomendaría una vuelta de tuerca más, ved por favor aquí el menú semanal cetogénico anti-cáncer).

La mítica «no-pasta» de calabacín

El principal objetivo de la dieta contra autoinmunes es reducir la inflamación sistémica crónica de baja intensidad que ineludiblemente acompaña a las enfermedades crónicas no transmisibles (entre ellas, las ubicuas autoinmunes), evitando alimentos inflamatorios… pero no podemos culpar a la comida de todas las afrentas que abruman a nuestro sistema inmune. Hay cosiñas de las que no somos del todo conscientes pero que son MUY importantes y pueden influir MUCHO. Algunas pueden sonar a «conspiranoia», pero cuando la autoinmune llama a la puerta, toda ayuda es poca.

¿Quieres aprenderlo todo sobre la dieta cetogénica? 

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Si siguieras en plena lucha a pesar de renunciar a cereales, legumbres y lácteos, plantéate unos días de dieta de eliminación y busca cómo reducir activamente tu estrés.
Inés
Domadora de lupus

¡No añadas más desorden al caos!

Hormonas

Tira de proteína animal ecológica en la medida de lo posible. Nada alimenta más que un buen cacho de carne pero, si viene a rebosar de antibióticos y/o hormonas, te hará un flaco favor. Desgraciadamente, lo mismo ocurre con el pescado: opta por peces pequeños y salvajes siempre que puedas, que las piscifactorías, además, utilizan pienso fabricado a base de grano. Sus peces crecen y engordan rápidamente, pero presentan un perfil de ácidos grasos muy distinto al que tendrían si hubieran comido pescaditos, que hubieran comido crustacitos, que hubieran comido plancton…

 

Tóxicos

Nuestro sistema tiene una capacidad de limpieza de tóxicos limitada y todo suma. Procura utilizar recipientes de cristal para minimizar la ingente cantidad de disruptores endocrinos (en especial estrogénicos, léase bisfenoles y compañía) que nos metemos entre pecho y espalda diariamente (como cuando nos hacemos un café con una capsulilla de plástico y encima lo tomamos en un cómodo vaso para llevar o calentamos la comida en el microondas sin sacarla de su tupper de plástico – acciones ambas que te pediría humildemente evites repetir en el futuro).

Aléjate de los ambientadores y/o matamoscas como de la plaga (tu cuerpo tolera – y remedia – infinitamente mejor una picada que respirar ese veneno toda la noche). Airea bien siempre que andes marujeando con productos de limpieza (y/o ponte una mascarilla).

 

Cosméticos

Vienen repletos de químicos (que nuestro cuerpo considera tóxicos y acaban por saturar los sistemas basureros internos). Vale la pena pagar un poco más por un champú/gel/jabón lo más naturales posible y sin parabenos, no usar cremas y maquillaje a diario y evitar los tintes de pelo industriales. Yo me he pasado a las plantas (y tengo las canas la mar de marrones).
Cámbiate a una pasta de dientes lo más natural posible (el flúor es neurotóxico y especialmente taimado con la tiroides). Hay algunas maravillas en las tiendas de productos naturales que vale la pena probar.
Ahora conviene relegar el coqueteo a un segundo plano.
 

Y de comer… ¿cuánto y cuándo?

Tal como adelanté a los comedores de lácteos en el menú semanal low carb, omito cantidades y gramajes varios porque (igual que el contar calorías) en realidad resultan del todo inútiles, en especial cuando el menú no tiene un destinatario específico. Cuando no engañamos a nuestro muy capaz sistema de la saciedad con alimentos (o mejor dejémoslo en «entes comestibles») que activan (igualico que los opiáceos) los circuitos cerebrales de la adicción (como el trigo o el azúcar), sino que comemos aquello para lo que estamos evolutiva y genómicamente preparados, nuestro cuerpo nos indica alto y claro cuándo necesita combustible adicional (y cuánto).

 

Trucos de maruja

Resulta perfectamente factible serle fiel a la dieta (y disfrutarla enormemente) con solo unas poquiñas ganas y ciertas dosis de previsión. El secreto es no permitir que nos invada la pereza y eludir la conveniencia de recurrir a la comida procesada (a menos que sepas qué lleva porque la ha procesado tu yo del pasado). No digo que no pises nunca más un restaurante o la tienda de comida preparada del barrio, pero ten en cuenta que son un negocio. Si sus dueños pueden recortar gastos usando ingredientes baratos y disimularlo (a menudo añadiendo azúcar o glutamato monosódico), lo harán (aunque con ello reduzcan la calidad nutritiva del producto final).

Planifica. Aprovecha el fin de semana y cocina para varios regimientos. Congela alegremente los restos del botín para aquellos días (que invariablemente llegarán) que aterrices en casa tarde, hambriento/a y sin ganas de oír hablar siquiera de pisar la cocina. Y si el martes utilizas las hojas de col más grandes y verdes para hacer fajitas, el miércoles aprovecha las demás para preparar un delicioso trinxat de col con ajo y panceta (que será perfecto para el tupper del día siguiente).

¿Has probado las tetinhas de coco? Son un primor...

¿Y el picoteo y el postre?

Si sientes ansia de picoteo, tira de frutos secos, coco fresco, chocolate muy negro (mínimo 85%), huevos duros o embutido de calidad (sin dextrosas ni porquerías varias), aunque lo más probable es que te sorprenda la llegada de la hora del almuerzo (especialmente si echas mano del célebre café a prueba de balas para desayunar) y que te olvides de merendar.

No he incluido postres en cada toma porque creo que son un hábito que no conviene potenciar (tira de infusiones, a base de insistir al final te apetecen) 😊. No tengo nada en contra de un puñado alegre de moras, arándanos o frambuesas al día, pero desde luego una fruta generosa en azúcar después de cada comida escopetearía considerablemente la cantidad de carbohidratos diarios consumidos. Puede que sean paleo (y desde luego las prefiero a los postres tradicionales), pero (igual que con mis versiones «bastante low carb» de estos, como las excelsas tetinhas) abogo por relegar ese jugoso mango maduro a una ocasión especial.

 

Tu cuerpo manda…

Y todos somos nosotros mismos y nuestras circunstancias. Así que si esa fruta tras cada toma te sienta estupendamente y te has acostumbrado a ese chorro de miel en el café sin mayores consecuencias, es muy probable que tu sensibilidad a la insulina (actual) sea estratosféricamente superior a la mía.

El secreto es encontrar el equilibrio entre cuidarse y disfrutar de esta vida que, hasta que se demuestre lo contrario, es la mejor que tenemos.

¿Y el pudding de coco y arándanos? Es mi favorito.

¿Te pica la curiosidad por los últimos avances en nutrigenética?

Por fin, después de mucho batallar (y más años de los que quiero admitir disimulando cuando alguien me preguntaba sobre la aplicabilidad práctica real de los análisis nutrigenéticos), he conseguido traer a España MyNutriGenes, el «fórmula 1» de los análisis genéticos adaptados a la nutrición.

No puedo prometer que te cambien la vida, pero sí que saciarán tu curiosidad y sed de conocimiento acerca de la disciplina que está llamada a ser la piedra angular de la salud y el bienestar del futuro.

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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