Hoy obviaré mi sempiterna coletilla y no añadiré ningún asterisco que recomiende relegar la presente delicia a días especiales y fiestas de guardar, tanto por el trabajo que da (ínfimo), como por la salud metabólica que compromete (ninguna). Por fin llegó el día feliz en el que mi conciencia me permite decir: «Embadurnaos y rebozaos en esta panna cotta de coco todo lo que buenamente queráis» 😊
Y es que la llamo panna cotta por puro snobismo, pero es una cuajada (como las de toda la vida) de leche de coco con canela. Así que (a menos que la abarrotéis a edulcorante) es completamente inofensiva. Y queda… No os diré que sabe como al beso apasionado¹ de la panna cotta de cacao, porque lo cierto es que no. Es más bien… como un inocente y cándido abrazo², que reconforta el corazón sin comprometer otras partes de la anatomía.
(1). La de cacao era un claro ejemplo de chute en modo tsunami de dopamina, el neurotransmisor del placer (y el último responsable de las adicciones y de que, cuando nos enamoramos, entremos en una suerte de trastorno obsesivo compulsivo -más o menos- transitorio).
(2). Esta, en cambio, es una lenta y sostenida dosis de serotonina, el neurotransmisor del bienestar (y el que, algunas veces, acaba por tomar el relevo al anterior y transformar la obsesión del enamoramiento inicial en una historia de amor verdadero).
Y es tan sencilla de hacer… como dar un abrazo (a alguien que esté cerca y se deje) 😊. Para dos o tres cuajadas snobs, solo necesitáis:
- dos vasos de leche de coco
- una ramica de canela (si conseguís encontrarla de la que no daña el hígado en rama, estupendo, si no, tampoco pasa nada, porque no nos la comemos, solo la usamos para aromatizar)
- edulcorante al gusto (yo no le echo, pero si no os apasiona la leche así tal cual igual mejor echarle un pelín)
- 3 láminas de gelatina (que los veganos-vegetarianos pueden sustituir felizmente por agar agar)
- coco rallado para espolvorear (o no)
Y solo hay que poner a hervir la leche de coco con la canela mientras prehidratáis la gelatina en agua fría. Cuando rompa a hervir, apagad el fuego y dejad que temple un poquito con la canela. Pasado un par de minutos, retirad la ramica, echadle las láminas y el edulcorante, removed un poquito y al molde con ello.
Hoy la he hecho en uno desmontable porque la iba a espolvorear con coco rallado y apodar «snob«, pero sabed que en tarritos de cuajada de toda la vida queda igual de serotoninérgica. En apenas un par de horas en la nevera estará cuajada y lista para vuestras cucharitas ávidas de bienestar sostenido.
Probadla, que en este mundo faltan abrazos… y dosis sostenidas de serotonina.
Hola.. Qué marca de leche de coco utilizas? O serviría también casera?
Hola Blanca!! Síiiii!!! Casera sería la mejor opción!!!
Hola, la leche de coco de lata vale? gracias!!
Hola Ana!! Pues si te soy sincera, la he hecho alguna vez con leche de coco de lata y no queda muy mal, pero menos gelatinosa y más grasa. Sí le quitaba parte de la grasa antes de calentarla, porque si no, al final se me hacía un telillo de grasa sobre la gelatina poco… seductor. Sí te diría que la aromatices a fondo hirviéndola con canela o algo que te guste o si no parecerá que te estás comiendo la leche de coco a cucharadas. Con cacao queda rico!!!