«Cucurbitáceas»… ¿A que se las trae la palabreja? Pues no se refiere más que a la familia de plantas que nos permite meternos entre pecho y espalda calabazas, calabacines, pepinos, melones y sandías. Y no solo gracias a golosos bizcochos de calabaza y de calabacín, también a reconfortantes cremas bicolores especiadas, perfectas para atenuar cabreos y frustraciones diversas.
Esta delicia de plato (que ha sido lo mejor del día con mucha diferencia) lleva mitad crema de calabaza con canela (y un toque extra de garam masala) y mitad crema de calabacín (con una generosa propina a base de jengibre molido). Y sabed que, de principio a fin, apenas me ha llevado media hora (y porque he añadido a las «proto-cremas» un sofritillo de cebolla opcional).
Y es que, aunque por sí solas también están tremendas, si las hacemos por pares nos permiten dar rienda suelta a nuestra vena artística (y el tiempo/trabajo es casi el mismo). Solo hay que presentar cada plato con mitad y mitad de las cremas, convenientemente escoltado por un mango de cuchara que hará las veces de pincel.
Eso sí, tiene la característica (aunque hoy diría «el inconveniente») de que, como toda obra de arte, el plato reflejará nuestro estado de ánimo en el momento de «perpetrarlo». Y admito que hoy el mío estaba en modo «El Grito» de Munch… y así ha salido el dibujo 🙄
Pero el rotundo cabreo que ha propiciado que acometiese tamaña atrocidad de dibujo se ha ido suavizando progresivamente con cada cucharada. No se ha esfumado, pero sí relativizado significativamente 😊
Y es que la mezcla queda absolutamente brutal. El jengibre le sienta genial al calabacín y el garam masala con canela¹ marida a la perfección con la calabaza. Y todos juntos (pero no revueltos) son una gozada.
(1) Idealmente, ¡que sea de la verdadera que no daña el hígado!
Así que si un día llegáis a casa desanimados, enfadados o frustrados, dadle una oportunidad a esta suerte de crema bicolor, porque (aunque el dibujo no os quede digno de enmarcar) está deliciosa. Y retened la palabreja en la memoria para la siguiente partida de scrabble, que en esta vida nunca se sabe.